31.3.25

OBRA DE FERNÁNDEZ DEL AMO

Este arquitecto supo hacer, a mi entender, una obra valiosa con pocos medios. Primero transcribiré un texto suyo, breve pero incisivo. 



'Solo hay una arquitectura: la que sirve al hombre. Pero tenemos el deber, la responsabilidad de hacer que ese hombre quiera vivir mejor. Que la arquitectura le asista en una auténtica superación: la casa el taller, la escuela, la iglesia, la ciudad.
Desde fuera y por dentro; desde el urbanismo a la interioridad. Hacerle grato el entrar en la casa y el salir de ella.
Quitar fronteras, chafar orgullos, reducir diferencias; que todo sea recinto de convivencia y el ámbito de su paz.
Que la objetiva virtualidad del arte le llegue al espacio vital y al utensilio. Que se sienta bien y se haga mejor. Que le proteja de la intemperie y le alivie de las fuerzas oscuras que ensombrecen el mundo.'
Fernández del Amo 1983.

Los pueblos de colonización de la década de los 50 son unas obras racionales, expresivas. Sencillas y valiosas al mismo tiempo. Con volúmenes bien proporcionados, composiciones de huecos equilibradas, sabio juego de texturas, de luces y sombras.

Estos poblados tienen dimensión, escala y espíritu humanos. Es fácil imaginar que con poco tiempo se lograría un ambiente de convivencia, de conocimiento entre la gente.

Nada de espectáculo. Tampoco pintoresquismo. 
Una racionalidad orgánica está presente en todos los proyectos.


Completan estos poblados algunos equipamientos, resueltos en armonía con el conjunto.


Buenos proyectos en tiempos de otras crisis y de menos medios ... da que pensar ...

17.2.25

CHILLIDA: EL FORJADOR DE LA MATERIA

Chillida tiene una fuerza especial. 
Me atrae intensamente su obra escultórica y también la gráfica. 


Al concederle el premio Principe de Asturias, en 1999, el jurado escribió que lo merecía 'por la fuerza telúrica y la espiritualidad de su obra', pero si su escultura se ha situado entre las primeras y más decisivas aportaciones del arte de la segunda mitad del siglo XX ha sido también porque surgió de la pugna entre contrarios y logró que éstos alcanzasen la unidad última: entre espacio y tiempo, entre claridad formal y las oscuras fuerzas irracionales, entre el trato virtuoso y sensible de la materia y el rigor conceptual, entre la racionalidad y la naturaleza, entre la perfecta técnica y la sutil imaginación poética.

Sus obras no intentan reflejar la naturaleza visible: transmiten la fuerza interior del alma que forja la materia, de forma que la materia pasa a ser un reflejo del espíritu creador.

Leí hace años un libro que se titulaba 'el silencio creador', de Federico Delclaux. Lo recomiendo. Tenía una serie de artículos sugerentes con el trasfondo del espíritu que suele impregnar la labor creadora. 

Efectivamente, toda persona que en mayor o menor medida, en algún momento, se ha dedicado a la creación, ha encontrado en el silencio el ambiente más adecuado

Es ahí, cuando todos los sentidos parecen cerrados a recibir estímulos, cuando el alma encuentra más facilidad para dar salida a lo que lleva dentro. La creación artística es un fluir hacia afuera cuando antes ha existido un auténtico fluir hacia adentro; porque el artista ve todo con unos ojos distintos, es capaz de apreciar una cualidad de todo lo que existe: la belleza que es la verdad de la naturaleza creada.


Cuando estás delante de una obra de Chillida casi se diría que necesitas silencio para poder apreciar la obra y todo lo que la envuelve. Me imagino a Chillida en su taller, muchas horas de soledad y de silencio, con un trabajo lleno de energía.


En otra entrada mencionaba la música como un estímulo idóneo para algunos momentos de labor de proyecto. Es más, la música puede provocar un cierto estado de inspiración. En un estudio no es, ni mucho menos, el telón de fondo melódico que suena en una sala de espera de algunas consultas médicas. 

Más allá, alguno pensará que hace falta un cierto nivel de sobre excitación para que el hombre saque de su interior su fuerza creadora, algo así como hicieron los cantantes de rock y otros, que recurrían a distintos métodos -bebida, estimulantes, incluso drogas- para improvisar algo nuevo, para llegar a un éxtasis creador.

Pienso que a la arquitectura, y a casi todas las artes, les va más la inspiración serena. 

Habrá que reconocer que, quizá, en más momentos el mejor ambiente sea el silencio. Esto está muy acorde con ese imperativo de Coderch sobre la necesidad de interioridad del arquitecto. Efectivamente, cuando hay interioridad en la persona no se necesitan muchos estímulos externos.



Después de haber apreciado la naturaleza, de haberse impregnado de su contenido y de sus formas, todo lo que no es silencio puede distraer. 

En este sentido es clara la experiencia de los grandes parajes naturales: en una cumbre, ... navegando solo, ... caminando por un desierto, ... son experiencias en las que el silencio es el mejor acompañante. Aquí, cerca, es fácil vivirlo en los picos del Pirineo de Huesca o del Vall d'Aran, ... en la Costa Brava, ... en los Monegros, ...

Volviendo a Chillida, sus obras en entornos naturales, de gran escala, como 'elogio del horizonte' o 'el peine de los vientos' te hacen apreciar algo nuevo del lugar, que quizá ya estaba pero que te lo revelan esas formas con pasión serena.




Pienso que su obra es sugerente para un arquitecto. Nuestras obras también tienen que dialogar con la naturaleza. Estar potenciando el entorno. 

Te das cuenta de lo difícil que es jugar esa partida con tanta desigualdad de dotes: la naturaleza todo lo hace sencillamente bello. 

Algunos artistas, como Chillida, hablan de tú a tú con ese entorno, hasta la naturaleza parece que agradece su presencia, como si, de lo contrario, algo le faltase.




Nosotros, los arquitectos, pretendemos emular algo que se vea natural y, a veces, no pasa de un pequeño chillido estridente, o de un estornudo, en una sala de conciertos.

No se puede terminar de hablar de Chillida sin referirse a algo en lo que también es un ejemplo: su capacidad de trabajo, su tenacidad

Iniciaba su trabajo, el proceso creativo, a partir de una primera fase que denominaba 'los aromas', en término más poético y evocador que el usual de 'intuiciones'. Luego, mediante negaciones sucesivas, sucesivas renuncias a las diferentes opciones abiertas en un principio, llega al fin a una única y definitiva opción. Da por acabado el proceso cuando la obra resulta 'familiar', es decir, el proceso debe comvertir 'los aromas desconocidos' en 'aromas de familia'.

Decía él: ' En el fondo cada día estoy más convencido de que mi obra se hace a partir de una infinidad de errores que se compensan los unos con los otros' ... 

Gran lección!


28.1.25

CHILLIDA: OBRA GRÁFICA


Toda la obra de Chillida tiene, también, un sentido arquitectónico. La obra gráfica me parece muy sugerente. Eduardo Chillida consideró que su obra gráfica debería ser la complementariedad del diálogo entre el creador y sus colaboradores – poetas, filósofos, músicos …

Evoluciona por sus diferentes periodos formales: desde sus primeros arranques figurativos, hasta la transición que supone su célebre estela en hierro, presagio de sus sucesivas épocas bien reflejadas en sus dibujos y en su obra gráfica original desde 1959. 
Posteriormente llegarán el hierro forjado, el acero, después el granito, otra vez la madera, el alabastro, el cemento, el hormigón, la tierra chamota y el papel: los collages darán paso a la tridimensionalidad de las «gravitaciones», un paso adelante nunca antes concebido en la investigación sobre el espacio, en la escultura a través del papel, ...  el «dejar hablar a los materiales», en expresión de Heidegger, sobre todo en el descubrimiento y utilización de los papeles artesanos, con  sus texturas y gamas, grisáceas y verdosas, es otra característica notable que Chillida incorpora a sus libros tardíos y permite enriquecerlos con múltiples matices.

La faceta intelectual de Eduardo Chillida que, en su calidad de «especialista en preguntas» y desde la sencillez de su honesta humildad, supo rodearse —sin reclamarlo— de una auténtica constelación estética de genios y artistas de distintos ámbitos. Y así se ha convertido, por derecho propio, en un heterodoxo de la escultura, reconocible siempre —un «fuera de la ley», como se autodenomina en sus escritos— inventor de espacios, que en sus libros y grabados nos conduce a través de sus grandes preguntas artísticas y existenciales.
El 'libro de artista' es un tipo peculiar de obra suya: se trata de un conjunto de dibujos que forman una unidad y que se encuadernan. 
En la creación de Eduardo Chillida no ocupa un espacio menor en su obra. En él rinde homenaje a personas y contenidos que le han servido de orientación, guía y aliento. Véase el dedicado a J. S. Bach, quizá su libro más espectacular. 
En otros, como en el caso de Jorge Guillén, busca, además, sintetizar la trayectoria de ambos -Guillén y él- en esos pensamientos que condensan sus ideas-fuerza.
Chillida destaca con tesón en sus escritos y entrevistas que «Guillén tiene una gran influencia en mi idea del espacio, especialmente en un verso del largo poema ―Más allá, de Cántico, en el que escribe: Lo profundo es el aire, una frase clave que une su trabajo y el mío».

Libro con Jorge Guillén

Cada libro y cada colaboración responde a los interrogantes que Chillida ya se cuestionaba, cuando abandonó la figuración con la estela de hierro Hilarriak, años antes de componer su primer 'libro', discutiendo ya la dogmática de las leyes del hierro, de la tridimensionalidad, con los «aromas» e intuiciones que va ordenando en metáforas, algunas de sabor ciertamente zen:
No conozco el camino pero conozco el aroma del camino.

Sus intuiciones sobre la dialéctica de «lleno y vacío», la desorientación del artista que no sabe a dónde dirigirse como condición previa para la creación; el tiempo, el espacio y la materia, le llevan a nuevas reflexiones:

No están tan distantes el uno de la otra, quizás los separa una diferencia de velocidad. La materia sería un espacio más lento o el espacio una materia rápida.


En los escasos escritos que dejó, Chillida señala, entre los más importantes hitos de su carrera, la intensa relación artística e intelectual que mantuvo con Martin Heidegger, autor de El ser y el tiempo
Como Chillida, Heidegger desvela una de las cuestiones fundacionales para él:
«La plástica, acción de corporeizar la verdad del ser en la obra, que instaura lugares».
La causalidad de la casualidad: hay títulos y obras en Chillida antes de trabar conocimiento con Heidegger que comparten las mismas inquietudes: leku (lugar), localización (topos), espacio de encuentro, límite… son conceptos que utiliza el filósofo en su ensayo y que fueron usados anteriormente por Chillida.

Chillida y la música
En 1997 rinde homenaje al autor de las Variaciones Goldberg con la que probablemente sea su producción más cuidada en el terreno gráfico, demostrando la gratitud a uno de sus maestros preferidos: 12 serigrafías a gran tamaño —una de ellas en blanco— acompañadas de citas originales de J. S. Bach, Braque, Pau Casals, el propio Chillida, Cioran, Goethe, Leibniz, Charles Münch, Platón, Paul Valéry, André Suarés y Marguerite Yourcenar. 
Además de textos y de las numerosas muestras de la caligrafía del propio Chillida, hay fragmentos originales de las partituras de Bach más variadas, serigrafiadas, como el Arte de la fuga, una misa, tres sonatas, La Pasión según San Mateo, un Magnificat, de los seis primeros Conciertos de Brandemburgo, tres partituras para un solo de violín y el inicio de un oratorio.

Homenaje a J.S. Bach

 Sobre este libro de autor - el de homenaje a Bach- es interesante lo que el mismo Chillida escribe:
También J. S. Bach (otra mar) es mi maestro. Me reveló las sutiles relaciones entre el tiempo y el espacio, el poder expansivo del tiempo audible y su relación con el espacio conformador o conformado, positivo o negativo.
Quizás una anécdota nos puede ayudar. Entrando por primera vez en Santa Sofía, tuve la impresión de estar entrando en los pulmones de J. S. Bach. Aquel espacio poderoso y expansivo parece haber sido el arquitecto de esa obra. En la que el contenido (espacio) ha producido el continente, la arquitectura.
_________________________________________________
El aliciente común del sentir de Chillida, de su vibración muda:

Alerta y libre hasta el final,
Guiado sólo por un aroma.


27.12.24

LECCIÓN DE JAVIER CARVAJAL

Javier Carvajal ha sido uno de los arquitectos con más talento del siglo XX español; un talento trabajado. Riguroso proyectando y ejecutando sus obras.

Fue catedrático de la escuela de Madrid y de Navarra. El 24 de enero de 1991 hablaba a alumnos, que todavía no habían iniciado su andadura por la profesión. Así, se entiende que les fuera abriendo los ojos a la realidad que se iban a encontrar y, a la vez, procurara asentar una serie de ideas madre; como el anciano que da consejos al joven que emprende un viaje hacia lo desconocido, por caminos en los que encontrará alternativas -bifurcaciones- y dificultades de todo tipo.

Pero, abstrayendo esa circunstancia escénica, tienen todas sus palabras una serie de ideas de fondo que me parecen interesantes. Por eso reproduzco parte de esa lección.



Javier Carvajal: Escuela de estudios mercantiles de Barcelona.


No podéis conformaros con que os conviertan en dibujantes, grafistas, decoradores, que no entienden la eficacia totalizadora que el Proyecto representa, como lugar de encuentro de todos los conocimientos integrados que el Arquitecto ha representado  a lo largo de la historia de la cultura, desde los conocimientos humanísticos, que son su apoyatura de partida, hasta los conocimientos técnicos que permiten abordar coherentemente la construcción, desde las cimentaciones hasta el último detalle de la definición última, dentro de la unidad que le confiere su valor cultural, superados de visiones meramente económicas o técnicas, y cuya eficacia es la belleza y la adecuación, que se deben traducir en felicidad para quienes habitan nuestras obras.
No renunciéis, persiguiendo la facilidad y la superficialidad, a vuestras responsabilidades, porque, sólo en la medida en que sean necesarios y responsables, la sociedad entenderá el permanente valor de la arquitectura y respetará a los arquitectos.
Vuestra responsabilidad tiene su máxima expresión en llevar a buen término la coordinación de las muchas piezas que deben integrarse en la obra de Arquitectura, desde los valores técnicos y la eficacia económica, hasta la belleza.
...
Cuando nuestra sociedad, que ya despierta, y en la cual en mitad de muchas oscuridades se perciben luces que así lo anuncian, renace el falso sueño de la total inmanencia; el único valor del dinero; del engañoso espejismo de las técnicas; de la cegadora tentación del hedonismo; y, despertando, reclame de nuevo la supremacía de los eternos valores trascendentes que desde la noche de los tiempos han dignificado la vida de los hombres, situará a los técnicos, a la razón y al dinero en el lugar de instrumentos de eficacia que les corresponden, pero los despojará de su actual enfatuamiento de ser la medida de todas las cosas.
En este momento, de nuevo, el hombre que sufre y espera, en su integrada dimensión de razón y de emoción, redescubrirá ese misterioso acento que la Arquitectura guarda como voluntad de dar a ese hombre su integrada entidad en la que se identifican la alegría de la eficacia técnica y la belleza, que el hombre, aún sin saberlo, necesita y reclama.
Sabéis, quienes otras veces habéis escuchado mis palabras, que no pretendo hacer de nuestra Arquitectura un coto cerrado de personalizados intereses, si no que entiendo la Arquitectura como un campo de encuentro de muchas vocaciones y de muy distintos conocimientos.
En nuestro campo de la Arquitectura tienen su puesto integrado, al margen de toda demagogia falsamente igualitaria, muchos técnicos de muy distintas competencias, convocados al quehacer integrado de hacer realidad el proyecto: con la única condición de respetarla, entendiendo que el Proyecto Arquitectónico, generador e integrador de esa Arquitectura, es mucho más que un dibujo y el Arquitecto algo más que un artista irresponsable.
Tenéis que lograrlo, afirmando nuestra vocación de Arquitectos.
Pero exigiéndoos a vosotros mismos el duro y maravilloso esfuerzo que el serlo, ciertamente, comporta.
Luchad por recuperar el prestigio que los arquitectos tuvieron siempre, desde el reconocimiento social de vuestra eficacia.
Sed coherentes en vuestras palabras y en vuestros actos.
No persigáis imágenes, sino ideas, porque las imágenes podrán cambiároslas, pero las ideas serán siempre vuestras.
Sed solidarios, no egoístas.
Sed eficaces, no soberbios.
Esforzaos en el esfuerzo integrado, no aislado.
Sed responsables y no ligeros.
Mirad la vida con el optimismo esencial que da la certeza de no perseguir mezquinos objetivos.
Haced vuestra la idea de que vuestra fortaleza está en el pasado, aunque vuestro único objetivo sea el futuro, y amad la historia y la tradición que os enriquece, sin lastrar vuestra andadura de futuro.
Recordad la D’Orsiana afirmación de que todo lo que no es tradición es plagio, y desde ella construid nuevas y originales realidades.
...
Sé muy bien que los Arquitectos no hacen solos la Arquitectura, y que no toda la responsabilidad de la Arquitectura está en nuestras manos, porque la arquitectura es una arte social que no nace sólo de los Arquitectos, aunque sean estos los que la conformen, sino también de las normas y ordenanzas que tantas veces la coartan; de los promotores y propietarios que no siempre son cultos, ni ven en la Arquitectura más allá de una mera necesidad de uso y del lucro que persiguen; de los contratistas que demasiadas veces ven tan sólo en la Arquitectura el pretexto de su negocio, de los políticos que no se interesan mucho sino por lo inmediato; de los financieros y especuladores que miden la Arquitectura por su rendimiento económico; de los técnicos desintegrados que la mayoría de las veces sólo ven la Arquitectura  por la gatera de su especialidad; de la sociedad en su conjunto, demasiadas veces desconocedora y desinteresada de la Arquitectura más allá de su más inmediato consumo cotidiano.
Pero no flaqueéis por eso.
Ni el Escorial, ni la Alambra, ni la Giralda sevillana, ni la Mezquita de Córdoba, ni el Partenón, ni Santa Sofía, ni el Banco de Hong Kong, ni la Fundación Ford, ni la casa Milá de Barcelona, ni ninguna de las grandes obras de la arquitectura de todos los tiempos que iluminan la historia del hombre con su brillo, hubieran sido posibles desde las limitadas perspectivas de la incomprensión, pero hubo gentes capaces de soñar sus sueños, capaces de hacer posible su realidad, vosotros también podréis si lucháis unidos, si sois fuertes, si trabajáis con rigor, si sabéis entender lo que es vuestro.
...
Exigiros, ante todo a vosotros mismos, porque nada os será dado sin vuestro esfuerzo.

17.11.24

CHILLIDA ... Y 4.

Reproduzco una entrevista que hicieron a Eduardo Chillida en 1976, y que se publicó en la Revista de Occidente. Me parece muy interesante; y pienso que su contenido tiene también una aplicación para la arquitectura. No tiene desperdicio.

A.: Retornando otra vez al suelo de la experiencia, ¿qué son para ti los materiales y cuál tu trato con ellos?
CH.: Mi trato con los materiales es de sumo respeto, aunque no de obediencia ciega. Cierto que me impongo a ellos, pero escuchándoles, respetándoles. La experiencia me dice que hay muchas cosas que se pueden hacer con los materiales, pero que no se deben hacer. 
Esto te explica el que yo haya ido al alabastro por un camino inexplorado. y tras haberme ejercitado en materiales mucho más contundentes. 
Alguien, incluso, cuando supo que estaba realizando esculturas en semejante material, se llevó las manos a la cabeza: «¡Chillida haciendo alabastros!». 
Se imaginaban, sin duda, que yo iba a hacer en alabastro aquello que puede y suele hacerse (el objeto de adorno o de regalo, el «souvenir»...), es decir, lo que consiente el alabastro como elemento fácil de trabajar. 
Eso es lo que se puede y suele hacerse con él. Lo que se debe o lo que yo pretendía llevar a cabo era cosa muy distinta, mucho más acorde con su naturaleza: elevar a escultura todas sus incalculables capacidades lumínicas.

A.: En este sentido, precisamente, hablaba yo del alabastro como elemento protoarquitectónico, y al lado, diríamos, de «los cuatro grandes» (hierro, madera, piedra, hormigón). 
Todos tus alabastros, en efecto, se han relacionado con el fenómeno de la luz (uno de los primeros lleva por título «Elogio de la luz), sin orillar su dimensión arquitectónica. 
El alabastro fue utilizado por los bizantinos como elemento propiamente arquitectónico y eminentemente lumínico. Cumplía en el templo bizantino el papel que luego había de encomendarse a la vidriera: cubrir el vano del ventanal y dar paso a la luz. 
No deja de ser significativo, por otra parte, el hecho de que tus alabastros constituyan la etapa, tal vez, más arquitectónica de tu creación, hasta el extremo de que uno de ellos lleva por título «Elogio de la arquitectura» y contienen, a juicio mío, el germen de otros posteriores y análogos «Elogios», realizados en materiales más consistentes.
CH.: Está claro que el tratamiento que doy al alabastro guarda relación con la arquitectura, y aún más clara su directa referencia a la luz. Si yo bauticé a uno de los primeros con el nombre de «Elogio de la luz», el último lleva por título «Homenaje a Goethe».


A.: ¿Es concebible, para el escultor, la obra al margen de su materia definitiva?
CH.: ¡No! La obra es producto y función de muchas cosas, entre otras, y con carácter definitivo, de la materia en que va a nacer. 
La obra se plantea (y no a un nivel propiamente mental) en contacto inseparable con su materia definitiva.

A.: «Un dato fundamental -escribía yo, el año 1968- en el quehacer de Chillida es la inexistencia del boceto (...). 
Nunca vimos un boceto de Eduardo Chillida, cuando pudimos contemplar la plenitud de su obra gráfica, el dibujo era nudo de trepidante expresión, y era ya el grabado materia instaurada entre las cosas. 
Su obra escultórica subsiste en su propio hacerse con tal pujanza, que excluye por principio la existencia del boceto.» Abundando en ello, yo diría que tus obras parten de una «hipótesis» en que originariamente cuenta la materia, de un «substrato» (no hay que olvidar que «hipótesis», etimológicamente, significa «substrato») en cuya corporeidad se inicia el proceso creador. 
¿El punto de partida viene acaso dictado por la materia?
CH.: Hay que matizar. La materia, aun presente en los orígenes, no «dicta» ni el procedimiento ni la manera de ser de la obra. 
A propósito de la materia, antes indiqué que para mí es decisiva la distinción entre lo que se puede y lo que se debe hacer. Yo siempre me inclino por el segundo término. 
En la historia del arte hallamos ejemplos de extremada inadecuación entre el material elegido y el procedimiento o trato que se le asigna: piedras de evidente dureza (el jade, por ejemplo) aparecen tratadas como «joyas». 
Si antes me oponía a la «facilidad» con que suele (porque «se puede») ser tratado el alabastro, no tengo ahora inconveniente en combatir la actitud antagónica: el predominio de la «simple habilidad» para vencer una «dificultad material». 
Los artistas que actúan por este camino subordinan también el «deber» al «poder»: se limitan a vencer «hábilmente» lo materialmente «difícil», contraviniendo las exigencias del elemento elegido (en este caso, el jade). 
Yo siempre intento la subordinación del «poder» (en cualquiera de los sentidos) al «deber». 
Si se me encomendara una obra en jade, seguro estoy de que no había de atacarla a través de una dificultad o complicación «adrede» (o del «más difícil todavía») en que poner de manifiesto mis habilidades; me limitaría a atender a la condición (al «deber») que dicho material reclama desde sí. 
Tampoco es el arte cuestión de complejidades provocadas ni de probadas habilidades (el arte no es el circo). 
En lo concerniente a la materia, el arte es el hacer con ella lo que hay que hacer. 
La materia, pues, no es ni dictadora exclusiva ni mero vehículo; son sus leyes internas, más bien, las colaboradoras, fieles y exigentes, del escultor. 
Pocos escrúpulos tendría yo en destruir obra que entrañara una contradicción flagrante con las leyes del material elegido.
...

A.: Volvamos al año 1958, fecha-clave en la evolución de tu quehacer. Ese año señala la clara confluencia de todo un acontecer que viene de 1954 y se prolonga hasta 1966. ...se produce, entre las fechas señaladas, la obra u obras de mayor continuidad en el curso de tu creación: los «Yunques de sueños», .... ¿Cómo explicarías la expansión, densa y ramificada. que se da en el despliegue de los «Yunques», sobre un común denominador o centro de atención?
CH.: Es curioso que vosotros los estudiosos veáis analíticamente algo a lo que yo he llegado por pura intuición. El tiempo que acabas de acotar .... vienen a confirmar algo muy característico de esa época y de todo mi quehacer: la idea de la «espiral». 
Mi proceso creador se asemeja, efectivamente, al desarrollo de una espiral. Hay un eje común de contemplación y experiencia que yo voy sobrevolando paulatinamente y me va permitiendo descubrir determinadas zonas con una visión nueva y desde otra y otra perspectiva
De aquí que (como tú muy bien has observado en el despliegue de los «Yunques de sueños») la datación de una misma obra obedezca a épocas tan distantes. Hay, en efecto, avances hacia lo ignorado, y también regresiones a lo aparentemente descubierto («también en lo conocido -escribí en cierta ocasión- está lo desconocido y su llamada»). 
Puedo asegurarte que obras que yo di por concluidas (y buena prueba de ello es que las firmé y quedaron «muertas»), se me han aparecido, al sobrevolarlas, como en otra demarcación, es decir, las he visto desde otro sitio («he descubierto lo desconocido dentro de lo conocido»), desde otro ángulo, para plantear otra visión de cara a un mismo problema.

A.: La distinción capital que de todo este proceso desprende es la que media entre «recrear lo ya creado» «adentrarse en lo desconocido», o entre «representar» «preguntar». «Yo no represento, yo pregunto», has dicho tú en más de una ocasión. ¿Y no constituye el discurso y sobrevuelo de esta tenaz pregunta tuya, otra gran espiral?
CH.: Así es. Una misma pregunta puede ser muy distinta si se formula desde un nivel distinto. 
Está claro que yo no pregunto constantemente lo mismo o desde un mismo lugar. 
No siempre es preciso que varíe la pregunta; lo que tiene que cambiar incesantemente con mayor vuelo, es el punto de vista de su formulación. 
Dos cuestiones, aparentemente iguales, pasan a ser muy distintas si están planteadas en momentos diferentes y desde diversas circunstancias. Nuevamente estamos en lo de la «espiral». Para mí, en este sentido, ha llegado a ser un verdadero lema aquello que decía Kierkegaard «No se trata sino de buscar el lugar desde donde hay que ver.» ....

A.: ¿Se trata de una espiral sin fin?
CH.: Nadie tiene la capacidad de invadir un territorio desconocido y vaciarlo en su totalidad. Si así fuera, no habría regresiones. 
Yo voy vaciando un territorio en cuanto que voy, paradójicamente, llenándolo de conocimiento (del conocimiento de lo que voy descubriendo). 
Es como si alguien dijera: «voy a llenar un vaso, y lo voy a llenar hasta arriba». La experiencia me dice que es empresa inasequible para el hombre. Ni el vaso se colma a rebosar, ni el territorio puede abarcarse en toda su amplitud; siempre hay reductos que llenar y parcelas por descubrir.
....
A.: Al margen, pues, de toda idea de pulcritud formal de «perfeccionismo», vayamos a tu obra a través del análisis de unas cuantas constantes que en su diversidad (¿otra vez la espiral?) muestra la casi totalidad de tus criaturas: 
... un primer proceso de «apertura»
... una tendencia posterior a la «concentración», al «cierre»
... y la frecuencia de un «elemento fugado» ...
Comenzando por esta última característica, se me ocurre preguntar: ese elemento fugado ¿es flecha o cordón umbilical? ¿Apunta a un designio o evoca un origen?
CH.: ... A mí mismo me ha sorprendido más de una vez la presencia del «elemento fugado», y yo mismo he tratado de explicármelo. 
Sí, efectivamente, hay en él algo de lo que tú sugieres, algo de señal de un origen y algo de tendencia, algo relacionado con el tránsito mismo de la vida, como un instante entre dos límites, y con la idea también de concentración y dinamismo. 
Yo diría que viene a ser como «la fuga de un exceso», una especie de «válvula de escape» (sin la cual, valga el símil, un motor no puede funcionar). 
La realidad apresada, dinámicamente concentrada en el cuerpo de la materia, exige un respiro para dar salida a su propio exceso entre esos dos límites. Por ello tiene algo de vector y algo de fuga, como apuntando a un «a dónde» y a un «de dónde».



23.10.24

CASAS DE DISEÑO (3): DISEÑO PRECISO

La palabra ‘preciso’ tiene un doble significado que es muy útil para empezar a hablar de otro aspecto del diseño.

Algo ‘preciso’ es aquello que se ajusta exactamente a lo previsto, en el campo técnico a lo proyectado. Pero también se refiere a lo que es necesario. Esa doble vertiente, de exactitud y necesidad, me parece interesante, ya que en un proyecto deberían ser atributos imprescindibles. Lo que se proyecta debería tener ese fundamento racional, que evita lo arbitrario en lo esencial. Nadie, con sentido común, se juega a los dados algo importante ...

Pienso que esto no está reñido con el ornato, con el detalle ‘decorativo’ –basta ver el modernismo- y menos con la libertad creativa que debe haber en toda obra. Libertad, sí!. No arbitrariedad ni capricho.
Un detalle de la Alhambra de Granada.
Encierra mucho saber de geometría y un gusto exquisito.

Tampoco implica reducir la tarea de proyectar a un simple funcionalismo sin alma, ni caer en rigideces absurdas. Pero la labor creativa no es, en el caso de los humanos, hacer de la nada ... sino hacer partiendo de la cultura, de la historia y, además, en nuestro caso, del saber construir.
También educar el gusto, la sensibilidad. Como se suele decir: sobre gustos ... hay mucho escrito, pero hay que leerlo.
Es cierto que determinadas obras tienen una finalidad principal de imagen, incluso de tótem o de escultura. Algo de esto hay en ciertas obras ‘de autor’ de las que ya se ha tratado; pero la excepción no puede ser la norma para los que estamos en la trinchera, guerreando a pié. 
Ocurre que quien se propone obras ‘modestas y discretas’ pero las trabaja mucho, sobre todo estructural y constructivamente, termina por hacer grandes proyectos. Arquitectos y obras para ejemplificarlo hay a montones.
En cambio quienes pretenden grandes proyectos, y los confían a unos ‘croquis geniales’ terminan haciendo pequeños homenajes a la mediocridad. Pienso que no es necesario poner ejemplos. Incluso uno piensa que ya le ha pasado alguna vez.

Para mí un paradigma creador, de diseño y precisión, es Alvar Aalto; luego habría una larga lista de arquitectos a los que admiro. Coderch en un lugar principal. Era tremendamente riguroso en sus planteamientos y ‘cuidador’ de los detalles hasta la obsesión.


Casa proyectada por J.A. Coderch

Hablando de Alvar Aalto, es interesante la tradición arquitectónica finlandesa. Nos llegaba al estudio una revista que valoro mucho, se llama 'PUU'. 



Trata, sobre todo, de casas de madera que se proyectan y construyen en Finlandia. Se nota la tradición arquitectónica del país y el alto nivel de diseño y precisión. Un lujo!.




28.9.24

CASAS DE DISEÑO 2

Hay una película que me parece muy ilustrativa de lo que pienso sobre las 'casas de diseño'. Es de Jaques Tatí y se titula 'Mi tío'. Ganó el oscar de 1958 a la mejor película extranjera. Como suelen decir los cinéfilos: de obligatoria visión.


La película versa sobre unos personajes singulares. El central es, lógicamente, 'el tío' y le sigue el sobrino. El sobrino está entre dos mundos: el que sus padres le quieren hacer ver, el que ellos viven de forma superficial y esnobista, y el de su tío -genial Jaques Tatí- despreocupado, sincero, algo despistado, natural, ... sin caer en la simplonería, todo lo contrario... lleno de detalles humanos.

La mayoria de las escenas se desarrollan en la casa de ese niño, con sus padres. Es una casa de diseño, parodiada en múltiples escenas de vida cotidiana realmente incómoda.
Se exagera con mucho realismo la preocupación por la imagen, de una vida hacia afuera, como en un escaparate en el que se muestra lo felices que parecen ser, estando tan a la última... pero sólo lo parecen... lo son?


Al final queda eso: puro escaparate; sin sustancia y sin alma. Deseo de aparentar y de lucimiento.


Tengo un amigo que tiene un blog muy seguido y bueno que se titula 'Árboles con alma'. Pienso que también las casas debieran tener alma. Si no... ay! ... qué cúmulo de despropósitos podemos hacer soportar a los demás.



Tatí, con humor, da grandes lecciones ...
Hay que proponerse hacer casas con alma ... no de diseño. Lo esencial es la persona que la habita, la familia, el entorno.
Nuestras casas: mero instrumento; que no es poco, si es un buen instrumento para la vida.


9.9.24

ALEJANDRO QUINCOCES

Este pintor, nacido en Bilbao, ha expuesto varias veces su pintura en la sala Parés, de la calle Petritxol. Se notan sus raíces en el Bilbao industrial, de una ría contaminada y de atmósfera espesa.

Una primera impresión me recordó a la pintura de Turner. Tiene también una raíz impresionista. Es más lo que imaginas que lo que realmente está dibujado

Vale la pena dedicar un rato a buscar en google cuadros de este artista. 
Aquí sólo muestro algunos ...











Ampliando cualquiera de estas fotografías se ven una serie de manchas, trazos y puntos que, desde muy cerca, no se adivina lo que representan.
 
A un poco de distancia se descubre una vista superior de una calle, de un puerto, de ciudades grises, con más o menos polución.

Y en las siguientes -esas que evocan a Turner- perspectivas con luz de fondo ...





O una calle con tráfico intenso y poca luz, ...


Y más ciudades ...


..... con una atmósfera del Londres industrial del siglo XIX.





Puede servir para entender y tener otra imagen de las ciudades.

También como demostración de que la realidad tiene muchas formas de representación, que muestran mejor que la fotografía lo que algo es.