7.8.11

CHILLIDA: EL FORJADOR DE LA MATERIA

Este artista tiene una fuerza especial.


Al concederle el premio Principe de Asturias, en 1999, el jurado escribió que lo merecía 'por la fuerza telúrica y la espiritualidad de su obra', pero si su escultura se ha situado entre las primeras y más decisivas aportaciones del arte de la segunda mitad del siglo XX ha sido también porque surgió de la pugna entre contrarios y logró que éstos alcanzasen la unidad última: entre espacio y tiempo, entre claridad formal y las oscuras fuerzas irracionales, entre el trato virtuoso y sensible de la materia y el rigor conceptual, entre la racionalidad y la naturaleza, entre la perfecta técnica y la sutil imaginación poética.
Me atrae intensamente su obra escultórica y también la gráfica. Sus obras no intentan reflejar la naturaleza visible: transmiten la fuerza interior del alma que forja la materia, de forma que la materia pasa a ser un reflejo del espíritu creador.
Leí hace años un libro que se titulaba 'el silencio creador', de Federico Delclaux. Lo recomiendo. Tenía una serie de artículos sugerentes con el trasfondo del espíritu que suele impregnar la labor creadora. Efectivamente, toda persona que en mayor o menor medida, en algún momento, se ha dedicado a la creación, ha encontrado en el silencio el ambiente más adecuado. Es ahí, cuando todos los sentidos parecen cerrados a recibir estímulos, cuando el alma encuentra más facilidad para dar salida a lo que lleva dentro. La creación artística es un fluir hacia afuera cuando antes ha existido un auténtico fluir hacia adentro; porque el artista ve todo con unos ojos distintos, es capaz de apreciar una cualidad de todo lo que existe: la belleza que es la verdad de la naturaleza creada.
Cuando estás delante de una obra de Chillida casi se diría que necesitas silencio para poder apreciar la obra y todo lo que la envuelve. Me imagino a Chillida en su taller, muchas horas de soledad y de silencio, con un trabajo lleno de energía.
En otra entrada mencionaba la música como un estímulo idóneo para algunos momentos de labor de proyecto. Es más, la música puede provocar un cierto estado de inspiración. En un estudio no es, ni mucho menos, el telón de fondo melódico que suena en una sala de espera de algunas consultas médicas. Más allá, alguno pensará que hace falta un cierto nivel de sobre excitación para que el hombre saque de su interior su fuerza creadora, algo así como hicieron los cantantes de rock y otros, que recurrían a distintos métodos -bebida, estimulantes, incluso drogas- para improvisar algo nuevo, para llegar a un éxtasis creador.
Pienso que a la arquitectura le va más la inspiración serena. Habrá que reconocer que, quizá, en más momentos el mejor ambiente sea el silencio. Esto está muy acorde con ese imperativo de Coderch sobre la necesidad de interioridad del arquitecto. Efectivamente, cuando hay interioridad en la persona no se necesitan muchos estímulos externos.

Después de haber apreciado la naturaleza, de haberse impregnado de su contenido y de sus formas, todo lo que no es silencio puede distraer. En este sentido es clara la experiencia de los grandes parajes naturales: en una cumbre, ... navegando solo, ... caminando por un desierto, ... son experiencias en las que el silencio es el mejor acompañante. Las he vivido en los picos del Pirineo de Huesca o del Vall d'Aran, ... en la Costa Brava, ... en los Monegros, ...
Volviendo a Chillida, sus obras en entornos naturales, de gran escala, como 'elogio del horizonte' o 'el peine de los vientos' te hacen apreciar algo nuevo del lugar, que quizá ya estaba pero que te lo revelan esas formas con pasión serena.


Pienso que su obra es sugerente para un arquitecto. Nuestras obras también tienen que dialogar con la naturaleza. Estar potenciando el entorno. Te das cuenta de lo difícil que es jugar esa partida con tanta desigualdad de dotes: la naturaleza todo lo hace sencillamente bello, poderosamente bello, ... algunos artistas, como Chillida, hablan de tú a tú con ese entorno, hasta la naturaleza parece que agradece su presencia, como si, de lo contrario, algo le faltase. Nosotros, los arquitectos, pretendemos emular algo que se vea natural y, a veces, no pasa de un pequeño chillido estridente, o de un estornudo, en una sala de conciertos.



No se puede terminar de hablar de Chillida sin referirse a algo en lo que también es un ejemplo: su capacidad de trabajo, su tenacidad. Iniciaba su trabajo, el proceso creativo, a partir de una primera fase que denominaba 'los aromas', en término más poético y evocador que el usual de 'intuiciones'. Luego, mediante negaciones sucesivas, sucesivas renuncias a las diferentes opciones abiertas en un principio, llega al fin a una única y definitiva opción. Da por acabado el proceso cuando la obra resulta 'familiar', es decir, el proceso debe comvertir 'los aromas desconocidos' en 'aromas de familia'.

Decía él: ' En el fondo cada día estoy más convencido de que mi obra se hace a partir de una infinidad de errores que se compensan los unos con los otros' ... Gran lección!
Otro día hablaremos de su obra gráfica.

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