La estructura no sólo es soporte físico, también lo es del concepto del edificio, de su valor.
Con esta consideración de fondo, nada más ilustrativo que uno de los puntos culminantes de la arquitectura de la humanidad -porque hay otra arquitectura de la que habría que hablar, la de la naturaleza- pero ahora me refiero al gótico.
Cualquiera que venga a Barcelona un lugar principal es Santa María del Mar. Es un exponente claro del gótico catalán, que es sobrio y majestuoso a la vez. Esta iglesia es uno de los espacios impresionantes que hay en esta ciudad, si no el más.
La dimensión, las proporciones y la luz forman un conjunto que eleva el espíritu. Hay que situarse en 1329, año en el que se empezó a construir. Han pasado casi 800 años y no sé si hemos superado esa cota....
Está construida con una planta de geometría sencilla.
Está construida con una planta de geometría sencilla.
La estructura se ingenió para sostener unas bóvedas de piedra y, a la vez, dar paso a la luz. La tecnología en este caso es la sabiduría de la geometría, tan relacionada con la estática.
No hacen falta hormigones, aceros ni componentes de última generación para hacer gran arquitectura, rica en formas. Es evidente.
Un tema particular es el de los rosetones del gótico: piedra, vidrío y alguna clave de acero. Basta un análisis simple para darse cuenta del alarde de conocimiento de geometría y técnica que encierra. Añade, además, el color tan característico de la vidriera gótica. Con los rayos de sol se enciende esta luz caleidoscópica.
No estoy descubriendo nada nuevo, es algo que, ante una obra como ésta, resulta evidente.
De vez en cuando voy a Santa María del Mar para experimentar algo especial, y entender que para conseguir algo grande, algo realmente bueno, no son necesarios muchos medios: importa tener claro el fin, saber historia y trabajar también con algo de sabiduría.
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