24.5.25

CASA VICENS, DE GAUDÍ

El otro día, de camino para hacer una gestión, pasé por la calle de Les Carolines -una pequeña calle del barrio de Gràcia- en la que hay una casa proyectada por Gaudí que es menos conocida y, lógicamente, menos visitada que sus otras obras de Barcelona. Es una obra menor del arquitecto.



A mi me parece una lección de un trabajo con muchas bases de apoyo: estudio de la tradición de un estilo histórico -el mudéjar-, elementos tomados de la naturaleza, práctica de composiciones asimétricas, utilización de las técnicas y materiales de la época y, sobre todo, un trabajo hecho con mucha dedicación, pues es evidente que este edificio ha sido minuciosamente diseñado, hasta el detalle.


El asunto del historicismo -toda arquitectura 'neo'- ha sido siempre un tema de debate. Tiene detractores y defensores.
Además, los que lo manifiestan suelen hacerlo de forma apasionada, en un sentido o en otro. Incluso algunos arquitectos han pasado por etapas de su vida en la que fueron entusiastas de las dos visiones contradictorias.
Una arquitectura neomudéjar, o neogótica, o neoclásica, o cualquier otro neo puede calar en la esencia de los estilos o quedarse en un maquillaje, algo así como un decorado de cartón piedra. Pero esas caricaturas de los estilos históricos no son los ejemplos en los que fijar la mirada. 
Por eso es buena esta obra para ver un buen neomudéjar y valorar luego el mudéjar histórico. Así, quizás, esas contradicciones son sólo aparentes. Porque uno puede oscilar, sin contradicción, entre la reinterpretación de la historia y vivir el presente.


Es admirable el estudio que Gaudí hizo de toda la tradición arquitectónica, y cómo realizó sus obras utilizando ciertos elementos históricos, materializados con sus singulares estructuras y con su sabio manejo de todas las artesanías de finales del XIX.


Este espíritu que aprende del pasado y vive el presente con afán innovador es algo que valdría la pena imitar. Pienso que podría ser un punto de referencia para una época aparentemente informal pero llena de manierismos sin fundamento.


28.4.25

CENTRO TÉCNICO DE LA SEAT EN MARTORELL, 1973.

La obra de José Antonio Coderch de Sentmenat merece ser vista y estudiada. Ha sido uno de los maestros del siglo XX. 

Un personaje de un sentido común fuera de lo común. Con unas raíces profundas en la sabiduría mediterránea. De un rigor metodológico, estructural, constructivo y formal poco usual.

Hay obras suyas muy conocidas y muy vistas. Otras no tanto, como esta, de 1973.





Este centro técnico para la SEAT es una obra industrial con un marcado valor plástico y estético.

Ladrillo, chapa grecada estándar de acero esmaltado y una carpintería metálica sencilla. Todo bien proporcionado, con volúmenes expresivos que se enfatizan con la luz, constructivamente muy bien resuelto.



Es una obra industrial, pero nada se descontrola, no hay elementos técnicos desencajados ... y los tiene, resueltos dentro de la envolvente. Es una arquitectura sin improvisación.




Cuando una persona tiene una sabiduría y una sensibilidad grandes, entonces la obra de arte sale sola, como sin esfuerzo ... pero ojo! sólo 'como' ... porque hay mucho trabajo, muchas horas de dedicación, de pensamiento apoyado en una interioridad. Y al final la obra es algo que nos parece natural y sencillamente bella.



No hay un deseo de originalidad, ni afán de notoriedad. Normalmente eso está lejos de una personalidad como la de Coderch.

En septiembre de 1980 él escribía:
'Ya he dicho hace muchos años que no son genios, ni profetas, ni novedosos pontífices lo que necesitamos ahora. Sé que no soy, ni de lejos, nada de todo esto. Creo en el sentido común, y bien sabe Dios que se necesita mucha fe para creer en él en nuestra época'.



Quizá haya ideas que repita con frecuencia. Pienso que hay que recordar a diario lo que, a diario, de puro sabido se olvida. Por eso me repito a mi mismo esos principios básicos que me parecen importantes.


(Fotogrqfías de Català Roca)

31.3.25

OBRA DE FERNÁNDEZ DEL AMO

Este arquitecto supo hacer, a mi entender, una obra valiosa con pocos medios. Primero transcribiré un texto suyo, breve pero incisivo. 



'Solo hay una arquitectura: la que sirve al hombre. Pero tenemos el deber, la responsabilidad de hacer que ese hombre quiera vivir mejor. Que la arquitectura le asista en una auténtica superación: la casa el taller, la escuela, la iglesia, la ciudad.
Desde fuera y por dentro; desde el urbanismo a la interioridad. Hacerle grato el entrar en la casa y el salir de ella.
Quitar fronteras, chafar orgullos, reducir diferencias; que todo sea recinto de convivencia y el ámbito de su paz.
Que la objetiva virtualidad del arte le llegue al espacio vital y al utensilio. Que se sienta bien y se haga mejor. Que le proteja de la intemperie y le alivie de las fuerzas oscuras que ensombrecen el mundo.'
Fernández del Amo 1983.

Los pueblos de colonización de la década de los 50 son unas obras racionales, expresivas. Sencillas y valiosas al mismo tiempo. Con volúmenes bien proporcionados, composiciones de huecos equilibradas, sabio juego de texturas, de luces y sombras.

Estos poblados tienen dimensión, escala y espíritu humanos. Es fácil imaginar que con poco tiempo se lograría un ambiente de convivencia, de conocimiento entre la gente.

Nada de espectáculo. Tampoco pintoresquismo. 
Una racionalidad orgánica está presente en todos los proyectos.


Completan estos poblados algunos equipamientos, resueltos en armonía con el conjunto.


Buenos proyectos en tiempos de otras crisis y de menos medios ... da que pensar ...

17.2.25

CHILLIDA: EL FORJADOR DE LA MATERIA

Chillida tiene una fuerza especial. 
Me atrae intensamente su obra escultórica y también la gráfica. 


Al concederle el premio Principe de Asturias, en 1999, el jurado escribió que lo merecía 'por la fuerza telúrica y la espiritualidad de su obra', pero si su escultura se ha situado entre las primeras y más decisivas aportaciones del arte de la segunda mitad del siglo XX ha sido también porque surgió de la pugna entre contrarios y logró que éstos alcanzasen la unidad última: entre espacio y tiempo, entre claridad formal y las oscuras fuerzas irracionales, entre el trato virtuoso y sensible de la materia y el rigor conceptual, entre la racionalidad y la naturaleza, entre la perfecta técnica y la sutil imaginación poética.

Sus obras no intentan reflejar la naturaleza visible: transmiten la fuerza interior del alma que forja la materia, de forma que la materia pasa a ser un reflejo del espíritu creador.

Leí hace años un libro que se titulaba 'el silencio creador', de Federico Delclaux. Lo recomiendo. Tenía una serie de artículos sugerentes con el trasfondo del espíritu que suele impregnar la labor creadora. 

Efectivamente, toda persona que en mayor o menor medida, en algún momento, se ha dedicado a la creación, ha encontrado en el silencio el ambiente más adecuado

Es ahí, cuando todos los sentidos parecen cerrados a recibir estímulos, cuando el alma encuentra más facilidad para dar salida a lo que lleva dentro. La creación artística es un fluir hacia afuera cuando antes ha existido un auténtico fluir hacia adentro; porque el artista ve todo con unos ojos distintos, es capaz de apreciar una cualidad de todo lo que existe: la belleza que es la verdad de la naturaleza creada.


Cuando estás delante de una obra de Chillida casi se diría que necesitas silencio para poder apreciar la obra y todo lo que la envuelve. Me imagino a Chillida en su taller, muchas horas de soledad y de silencio, con un trabajo lleno de energía.


En otra entrada mencionaba la música como un estímulo idóneo para algunos momentos de labor de proyecto. Es más, la música puede provocar un cierto estado de inspiración. En un estudio no es, ni mucho menos, el telón de fondo melódico que suena en una sala de espera de algunas consultas médicas. 

Más allá, alguno pensará que hace falta un cierto nivel de sobre excitación para que el hombre saque de su interior su fuerza creadora, algo así como hicieron los cantantes de rock y otros, que recurrían a distintos métodos -bebida, estimulantes, incluso drogas- para improvisar algo nuevo, para llegar a un éxtasis creador.

Pienso que a la arquitectura, y a casi todas las artes, les va más la inspiración serena. 

Habrá que reconocer que, quizá, en más momentos el mejor ambiente sea el silencio. Esto está muy acorde con ese imperativo de Coderch sobre la necesidad de interioridad del arquitecto. Efectivamente, cuando hay interioridad en la persona no se necesitan muchos estímulos externos.



Después de haber apreciado la naturaleza, de haberse impregnado de su contenido y de sus formas, todo lo que no es silencio puede distraer. 

En este sentido es clara la experiencia de los grandes parajes naturales: en una cumbre, ... navegando solo, ... caminando por un desierto, ... son experiencias en las que el silencio es el mejor acompañante. Aquí, cerca, es fácil vivirlo en los picos del Pirineo de Huesca o del Vall d'Aran, ... en la Costa Brava, ... en los Monegros, ...

Volviendo a Chillida, sus obras en entornos naturales, de gran escala, como 'elogio del horizonte' o 'el peine de los vientos' te hacen apreciar algo nuevo del lugar, que quizá ya estaba pero que te lo revelan esas formas con pasión serena.




Pienso que su obra es sugerente para un arquitecto. Nuestras obras también tienen que dialogar con la naturaleza. Estar potenciando el entorno. 

Te das cuenta de lo difícil que es jugar esa partida con tanta desigualdad de dotes: la naturaleza todo lo hace sencillamente bello. 

Algunos artistas, como Chillida, hablan de tú a tú con ese entorno, hasta la naturaleza parece que agradece su presencia, como si, de lo contrario, algo le faltase.




Nosotros, los arquitectos, pretendemos emular algo que se vea natural y, a veces, no pasa de un pequeño chillido estridente, o de un estornudo, en una sala de conciertos.

No se puede terminar de hablar de Chillida sin referirse a algo en lo que también es un ejemplo: su capacidad de trabajo, su tenacidad

Iniciaba su trabajo, el proceso creativo, a partir de una primera fase que denominaba 'los aromas', en término más poético y evocador que el usual de 'intuiciones'. Luego, mediante negaciones sucesivas, sucesivas renuncias a las diferentes opciones abiertas en un principio, llega al fin a una única y definitiva opción. Da por acabado el proceso cuando la obra resulta 'familiar', es decir, el proceso debe comvertir 'los aromas desconocidos' en 'aromas de familia'.

Decía él: ' En el fondo cada día estoy más convencido de que mi obra se hace a partir de una infinidad de errores que se compensan los unos con los otros' ... 

Gran lección!


28.1.25

CHILLIDA: OBRA GRÁFICA


Toda la obra de Chillida tiene, también, un sentido arquitectónico. La obra gráfica me parece muy sugerente. Eduardo Chillida consideró que su obra gráfica debería ser la complementariedad del diálogo entre el creador y sus colaboradores – poetas, filósofos, músicos …

Evoluciona por sus diferentes periodos formales: desde sus primeros arranques figurativos, hasta la transición que supone su célebre estela en hierro, presagio de sus sucesivas épocas bien reflejadas en sus dibujos y en su obra gráfica original desde 1959. 
Posteriormente llegarán el hierro forjado, el acero, después el granito, otra vez la madera, el alabastro, el cemento, el hormigón, la tierra chamota y el papel: los collages darán paso a la tridimensionalidad de las «gravitaciones», un paso adelante nunca antes concebido en la investigación sobre el espacio, en la escultura a través del papel, ...  el «dejar hablar a los materiales», en expresión de Heidegger, sobre todo en el descubrimiento y utilización de los papeles artesanos, con  sus texturas y gamas, grisáceas y verdosas, es otra característica notable que Chillida incorpora a sus libros tardíos y permite enriquecerlos con múltiples matices.

La faceta intelectual de Eduardo Chillida que, en su calidad de «especialista en preguntas» y desde la sencillez de su honesta humildad, supo rodearse —sin reclamarlo— de una auténtica constelación estética de genios y artistas de distintos ámbitos. Y así se ha convertido, por derecho propio, en un heterodoxo de la escultura, reconocible siempre —un «fuera de la ley», como se autodenomina en sus escritos— inventor de espacios, que en sus libros y grabados nos conduce a través de sus grandes preguntas artísticas y existenciales.
El 'libro de artista' es un tipo peculiar de obra suya: se trata de un conjunto de dibujos que forman una unidad y que se encuadernan. 
En la creación de Eduardo Chillida no ocupa un espacio menor en su obra. En él rinde homenaje a personas y contenidos que le han servido de orientación, guía y aliento. Véase el dedicado a J. S. Bach, quizá su libro más espectacular. 
En otros, como en el caso de Jorge Guillén, busca, además, sintetizar la trayectoria de ambos -Guillén y él- en esos pensamientos que condensan sus ideas-fuerza.
Chillida destaca con tesón en sus escritos y entrevistas que «Guillén tiene una gran influencia en mi idea del espacio, especialmente en un verso del largo poema ―Más allá, de Cántico, en el que escribe: Lo profundo es el aire, una frase clave que une su trabajo y el mío».

Libro con Jorge Guillén

Cada libro y cada colaboración responde a los interrogantes que Chillida ya se cuestionaba, cuando abandonó la figuración con la estela de hierro Hilarriak, años antes de componer su primer 'libro', discutiendo ya la dogmática de las leyes del hierro, de la tridimensionalidad, con los «aromas» e intuiciones que va ordenando en metáforas, algunas de sabor ciertamente zen:
No conozco el camino pero conozco el aroma del camino.

Sus intuiciones sobre la dialéctica de «lleno y vacío», la desorientación del artista que no sabe a dónde dirigirse como condición previa para la creación; el tiempo, el espacio y la materia, le llevan a nuevas reflexiones:

No están tan distantes el uno de la otra, quizás los separa una diferencia de velocidad. La materia sería un espacio más lento o el espacio una materia rápida.


En los escasos escritos que dejó, Chillida señala, entre los más importantes hitos de su carrera, la intensa relación artística e intelectual que mantuvo con Martin Heidegger, autor de El ser y el tiempo
Como Chillida, Heidegger desvela una de las cuestiones fundacionales para él:
«La plástica, acción de corporeizar la verdad del ser en la obra, que instaura lugares».
La causalidad de la casualidad: hay títulos y obras en Chillida antes de trabar conocimiento con Heidegger que comparten las mismas inquietudes: leku (lugar), localización (topos), espacio de encuentro, límite… son conceptos que utiliza el filósofo en su ensayo y que fueron usados anteriormente por Chillida.

Chillida y la música
En 1997 rinde homenaje al autor de las Variaciones Goldberg con la que probablemente sea su producción más cuidada en el terreno gráfico, demostrando la gratitud a uno de sus maestros preferidos: 12 serigrafías a gran tamaño —una de ellas en blanco— acompañadas de citas originales de J. S. Bach, Braque, Pau Casals, el propio Chillida, Cioran, Goethe, Leibniz, Charles Münch, Platón, Paul Valéry, André Suarés y Marguerite Yourcenar. 
Además de textos y de las numerosas muestras de la caligrafía del propio Chillida, hay fragmentos originales de las partituras de Bach más variadas, serigrafiadas, como el Arte de la fuga, una misa, tres sonatas, La Pasión según San Mateo, un Magnificat, de los seis primeros Conciertos de Brandemburgo, tres partituras para un solo de violín y el inicio de un oratorio.

Homenaje a J.S. Bach

 Sobre este libro de autor - el de homenaje a Bach- es interesante lo que el mismo Chillida escribe:
También J. S. Bach (otra mar) es mi maestro. Me reveló las sutiles relaciones entre el tiempo y el espacio, el poder expansivo del tiempo audible y su relación con el espacio conformador o conformado, positivo o negativo.
Quizás una anécdota nos puede ayudar. Entrando por primera vez en Santa Sofía, tuve la impresión de estar entrando en los pulmones de J. S. Bach. Aquel espacio poderoso y expansivo parece haber sido el arquitecto de esa obra. En la que el contenido (espacio) ha producido el continente, la arquitectura.
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El aliciente común del sentir de Chillida, de su vibración muda:

Alerta y libre hasta el final,
Guiado sólo por un aroma.