27.12.24

LECCIÓN DE JAVIER CARVAJAL

Javier Carvajal ha sido uno de los arquitectos con más talento del siglo XX español; un talento trabajado. Riguroso proyectando y ejecutando sus obras.

Fue catedrático de la escuela de Madrid y de Navarra. El 24 de enero de 1991 hablaba a alumnos, que todavía no habían iniciado su andadura por la profesión. Así, se entiende que les fuera abriendo los ojos a la realidad que se iban a encontrar y, a la vez, procurara asentar una serie de ideas madre; como el anciano que da consejos al joven que emprende un viaje hacia lo desconocido, por caminos en los que encontrará alternativas -bifurcaciones- y dificultades de todo tipo.

Pero, abstrayendo esa circunstancia escénica, tienen todas sus palabras una serie de ideas de fondo que me parecen interesantes. Por eso reproduzco parte de esa lección.



Javier Carvajal: Escuela de estudios mercantiles de Barcelona.


No podéis conformaros con que os conviertan en dibujantes, grafistas, decoradores, que no entienden la eficacia totalizadora que el Proyecto representa, como lugar de encuentro de todos los conocimientos integrados que el Arquitecto ha representado  a lo largo de la historia de la cultura, desde los conocimientos humanísticos, que son su apoyatura de partida, hasta los conocimientos técnicos que permiten abordar coherentemente la construcción, desde las cimentaciones hasta el último detalle de la definición última, dentro de la unidad que le confiere su valor cultural, superados de visiones meramente económicas o técnicas, y cuya eficacia es la belleza y la adecuación, que se deben traducir en felicidad para quienes habitan nuestras obras.
No renunciéis, persiguiendo la facilidad y la superficialidad, a vuestras responsabilidades, porque, sólo en la medida en que sean necesarios y responsables, la sociedad entenderá el permanente valor de la arquitectura y respetará a los arquitectos.
Vuestra responsabilidad tiene su máxima expresión en llevar a buen término la coordinación de las muchas piezas que deben integrarse en la obra de Arquitectura, desde los valores técnicos y la eficacia económica, hasta la belleza.
...
Cuando nuestra sociedad, que ya despierta, y en la cual en mitad de muchas oscuridades se perciben luces que así lo anuncian, renace el falso sueño de la total inmanencia; el único valor del dinero; del engañoso espejismo de las técnicas; de la cegadora tentación del hedonismo; y, despertando, reclame de nuevo la supremacía de los eternos valores trascendentes que desde la noche de los tiempos han dignificado la vida de los hombres, situará a los técnicos, a la razón y al dinero en el lugar de instrumentos de eficacia que les corresponden, pero los despojará de su actual enfatuamiento de ser la medida de todas las cosas.
En este momento, de nuevo, el hombre que sufre y espera, en su integrada dimensión de razón y de emoción, redescubrirá ese misterioso acento que la Arquitectura guarda como voluntad de dar a ese hombre su integrada entidad en la que se identifican la alegría de la eficacia técnica y la belleza, que el hombre, aún sin saberlo, necesita y reclama.
Sabéis, quienes otras veces habéis escuchado mis palabras, que no pretendo hacer de nuestra Arquitectura un coto cerrado de personalizados intereses, si no que entiendo la Arquitectura como un campo de encuentro de muchas vocaciones y de muy distintos conocimientos.
En nuestro campo de la Arquitectura tienen su puesto integrado, al margen de toda demagogia falsamente igualitaria, muchos técnicos de muy distintas competencias, convocados al quehacer integrado de hacer realidad el proyecto: con la única condición de respetarla, entendiendo que el Proyecto Arquitectónico, generador e integrador de esa Arquitectura, es mucho más que un dibujo y el Arquitecto algo más que un artista irresponsable.
Tenéis que lograrlo, afirmando nuestra vocación de Arquitectos.
Pero exigiéndoos a vosotros mismos el duro y maravilloso esfuerzo que el serlo, ciertamente, comporta.
Luchad por recuperar el prestigio que los arquitectos tuvieron siempre, desde el reconocimiento social de vuestra eficacia.
Sed coherentes en vuestras palabras y en vuestros actos.
No persigáis imágenes, sino ideas, porque las imágenes podrán cambiároslas, pero las ideas serán siempre vuestras.
Sed solidarios, no egoístas.
Sed eficaces, no soberbios.
Esforzaos en el esfuerzo integrado, no aislado.
Sed responsables y no ligeros.
Mirad la vida con el optimismo esencial que da la certeza de no perseguir mezquinos objetivos.
Haced vuestra la idea de que vuestra fortaleza está en el pasado, aunque vuestro único objetivo sea el futuro, y amad la historia y la tradición que os enriquece, sin lastrar vuestra andadura de futuro.
Recordad la D’Orsiana afirmación de que todo lo que no es tradición es plagio, y desde ella construid nuevas y originales realidades.
...
Sé muy bien que los Arquitectos no hacen solos la Arquitectura, y que no toda la responsabilidad de la Arquitectura está en nuestras manos, porque la arquitectura es una arte social que no nace sólo de los Arquitectos, aunque sean estos los que la conformen, sino también de las normas y ordenanzas que tantas veces la coartan; de los promotores y propietarios que no siempre son cultos, ni ven en la Arquitectura más allá de una mera necesidad de uso y del lucro que persiguen; de los contratistas que demasiadas veces ven tan sólo en la Arquitectura el pretexto de su negocio, de los políticos que no se interesan mucho sino por lo inmediato; de los financieros y especuladores que miden la Arquitectura por su rendimiento económico; de los técnicos desintegrados que la mayoría de las veces sólo ven la Arquitectura  por la gatera de su especialidad; de la sociedad en su conjunto, demasiadas veces desconocedora y desinteresada de la Arquitectura más allá de su más inmediato consumo cotidiano.
Pero no flaqueéis por eso.
Ni el Escorial, ni la Alambra, ni la Giralda sevillana, ni la Mezquita de Córdoba, ni el Partenón, ni Santa Sofía, ni el Banco de Hong Kong, ni la Fundación Ford, ni la casa Milá de Barcelona, ni ninguna de las grandes obras de la arquitectura de todos los tiempos que iluminan la historia del hombre con su brillo, hubieran sido posibles desde las limitadas perspectivas de la incomprensión, pero hubo gentes capaces de soñar sus sueños, capaces de hacer posible su realidad, vosotros también podréis si lucháis unidos, si sois fuertes, si trabajáis con rigor, si sabéis entender lo que es vuestro.
...
Exigiros, ante todo a vosotros mismos, porque nada os será dado sin vuestro esfuerzo.

17.11.24

CHILLIDA ... Y 4.

Reproduzco una entrevista que hicieron a Eduardo Chillida en 1976, y que se publicó en la Revista de Occidente. Me parece muy interesante; y pienso que su contenido tiene también una aplicación para la arquitectura. No tiene desperdicio.

A.: Retornando otra vez al suelo de la experiencia, ¿qué son para ti los materiales y cuál tu trato con ellos?
CH.: Mi trato con los materiales es de sumo respeto, aunque no de obediencia ciega. Cierto que me impongo a ellos, pero escuchándoles, respetándoles. La experiencia me dice que hay muchas cosas que se pueden hacer con los materiales, pero que no se deben hacer. 
Esto te explica el que yo haya ido al alabastro por un camino inexplorado. y tras haberme ejercitado en materiales mucho más contundentes. 
Alguien, incluso, cuando supo que estaba realizando esculturas en semejante material, se llevó las manos a la cabeza: «¡Chillida haciendo alabastros!». 
Se imaginaban, sin duda, que yo iba a hacer en alabastro aquello que puede y suele hacerse (el objeto de adorno o de regalo, el «souvenir»...), es decir, lo que consiente el alabastro como elemento fácil de trabajar. 
Eso es lo que se puede y suele hacerse con él. Lo que se debe o lo que yo pretendía llevar a cabo era cosa muy distinta, mucho más acorde con su naturaleza: elevar a escultura todas sus incalculables capacidades lumínicas.

A.: En este sentido, precisamente, hablaba yo del alabastro como elemento protoarquitectónico, y al lado, diríamos, de «los cuatro grandes» (hierro, madera, piedra, hormigón). 
Todos tus alabastros, en efecto, se han relacionado con el fenómeno de la luz (uno de los primeros lleva por título «Elogio de la luz), sin orillar su dimensión arquitectónica. 
El alabastro fue utilizado por los bizantinos como elemento propiamente arquitectónico y eminentemente lumínico. Cumplía en el templo bizantino el papel que luego había de encomendarse a la vidriera: cubrir el vano del ventanal y dar paso a la luz. 
No deja de ser significativo, por otra parte, el hecho de que tus alabastros constituyan la etapa, tal vez, más arquitectónica de tu creación, hasta el extremo de que uno de ellos lleva por título «Elogio de la arquitectura» y contienen, a juicio mío, el germen de otros posteriores y análogos «Elogios», realizados en materiales más consistentes.
CH.: Está claro que el tratamiento que doy al alabastro guarda relación con la arquitectura, y aún más clara su directa referencia a la luz. Si yo bauticé a uno de los primeros con el nombre de «Elogio de la luz», el último lleva por título «Homenaje a Goethe».


A.: ¿Es concebible, para el escultor, la obra al margen de su materia definitiva?
CH.: ¡No! La obra es producto y función de muchas cosas, entre otras, y con carácter definitivo, de la materia en que va a nacer. 
La obra se plantea (y no a un nivel propiamente mental) en contacto inseparable con su materia definitiva.

A.: «Un dato fundamental -escribía yo, el año 1968- en el quehacer de Chillida es la inexistencia del boceto (...). 
Nunca vimos un boceto de Eduardo Chillida, cuando pudimos contemplar la plenitud de su obra gráfica, el dibujo era nudo de trepidante expresión, y era ya el grabado materia instaurada entre las cosas. 
Su obra escultórica subsiste en su propio hacerse con tal pujanza, que excluye por principio la existencia del boceto.» Abundando en ello, yo diría que tus obras parten de una «hipótesis» en que originariamente cuenta la materia, de un «substrato» (no hay que olvidar que «hipótesis», etimológicamente, significa «substrato») en cuya corporeidad se inicia el proceso creador. 
¿El punto de partida viene acaso dictado por la materia?
CH.: Hay que matizar. La materia, aun presente en los orígenes, no «dicta» ni el procedimiento ni la manera de ser de la obra. 
A propósito de la materia, antes indiqué que para mí es decisiva la distinción entre lo que se puede y lo que se debe hacer. Yo siempre me inclino por el segundo término. 
En la historia del arte hallamos ejemplos de extremada inadecuación entre el material elegido y el procedimiento o trato que se le asigna: piedras de evidente dureza (el jade, por ejemplo) aparecen tratadas como «joyas». 
Si antes me oponía a la «facilidad» con que suele (porque «se puede») ser tratado el alabastro, no tengo ahora inconveniente en combatir la actitud antagónica: el predominio de la «simple habilidad» para vencer una «dificultad material». 
Los artistas que actúan por este camino subordinan también el «deber» al «poder»: se limitan a vencer «hábilmente» lo materialmente «difícil», contraviniendo las exigencias del elemento elegido (en este caso, el jade). 
Yo siempre intento la subordinación del «poder» (en cualquiera de los sentidos) al «deber». 
Si se me encomendara una obra en jade, seguro estoy de que no había de atacarla a través de una dificultad o complicación «adrede» (o del «más difícil todavía») en que poner de manifiesto mis habilidades; me limitaría a atender a la condición (al «deber») que dicho material reclama desde sí. 
Tampoco es el arte cuestión de complejidades provocadas ni de probadas habilidades (el arte no es el circo). 
En lo concerniente a la materia, el arte es el hacer con ella lo que hay que hacer. 
La materia, pues, no es ni dictadora exclusiva ni mero vehículo; son sus leyes internas, más bien, las colaboradoras, fieles y exigentes, del escultor. 
Pocos escrúpulos tendría yo en destruir obra que entrañara una contradicción flagrante con las leyes del material elegido.
...

A.: Volvamos al año 1958, fecha-clave en la evolución de tu quehacer. Ese año señala la clara confluencia de todo un acontecer que viene de 1954 y se prolonga hasta 1966. ...se produce, entre las fechas señaladas, la obra u obras de mayor continuidad en el curso de tu creación: los «Yunques de sueños», .... ¿Cómo explicarías la expansión, densa y ramificada. que se da en el despliegue de los «Yunques», sobre un común denominador o centro de atención?
CH.: Es curioso que vosotros los estudiosos veáis analíticamente algo a lo que yo he llegado por pura intuición. El tiempo que acabas de acotar .... vienen a confirmar algo muy característico de esa época y de todo mi quehacer: la idea de la «espiral». 
Mi proceso creador se asemeja, efectivamente, al desarrollo de una espiral. Hay un eje común de contemplación y experiencia que yo voy sobrevolando paulatinamente y me va permitiendo descubrir determinadas zonas con una visión nueva y desde otra y otra perspectiva
De aquí que (como tú muy bien has observado en el despliegue de los «Yunques de sueños») la datación de una misma obra obedezca a épocas tan distantes. Hay, en efecto, avances hacia lo ignorado, y también regresiones a lo aparentemente descubierto («también en lo conocido -escribí en cierta ocasión- está lo desconocido y su llamada»). 
Puedo asegurarte que obras que yo di por concluidas (y buena prueba de ello es que las firmé y quedaron «muertas»), se me han aparecido, al sobrevolarlas, como en otra demarcación, es decir, las he visto desde otro sitio («he descubierto lo desconocido dentro de lo conocido»), desde otro ángulo, para plantear otra visión de cara a un mismo problema.

A.: La distinción capital que de todo este proceso desprende es la que media entre «recrear lo ya creado» «adentrarse en lo desconocido», o entre «representar» «preguntar». «Yo no represento, yo pregunto», has dicho tú en más de una ocasión. ¿Y no constituye el discurso y sobrevuelo de esta tenaz pregunta tuya, otra gran espiral?
CH.: Así es. Una misma pregunta puede ser muy distinta si se formula desde un nivel distinto. 
Está claro que yo no pregunto constantemente lo mismo o desde un mismo lugar. 
No siempre es preciso que varíe la pregunta; lo que tiene que cambiar incesantemente con mayor vuelo, es el punto de vista de su formulación. 
Dos cuestiones, aparentemente iguales, pasan a ser muy distintas si están planteadas en momentos diferentes y desde diversas circunstancias. Nuevamente estamos en lo de la «espiral». Para mí, en este sentido, ha llegado a ser un verdadero lema aquello que decía Kierkegaard «No se trata sino de buscar el lugar desde donde hay que ver.» ....

A.: ¿Se trata de una espiral sin fin?
CH.: Nadie tiene la capacidad de invadir un territorio desconocido y vaciarlo en su totalidad. Si así fuera, no habría regresiones. 
Yo voy vaciando un territorio en cuanto que voy, paradójicamente, llenándolo de conocimiento (del conocimiento de lo que voy descubriendo). 
Es como si alguien dijera: «voy a llenar un vaso, y lo voy a llenar hasta arriba». La experiencia me dice que es empresa inasequible para el hombre. Ni el vaso se colma a rebosar, ni el territorio puede abarcarse en toda su amplitud; siempre hay reductos que llenar y parcelas por descubrir.
....
A.: Al margen, pues, de toda idea de pulcritud formal de «perfeccionismo», vayamos a tu obra a través del análisis de unas cuantas constantes que en su diversidad (¿otra vez la espiral?) muestra la casi totalidad de tus criaturas: 
... un primer proceso de «apertura»
... una tendencia posterior a la «concentración», al «cierre»
... y la frecuencia de un «elemento fugado» ...
Comenzando por esta última característica, se me ocurre preguntar: ese elemento fugado ¿es flecha o cordón umbilical? ¿Apunta a un designio o evoca un origen?
CH.: ... A mí mismo me ha sorprendido más de una vez la presencia del «elemento fugado», y yo mismo he tratado de explicármelo. 
Sí, efectivamente, hay en él algo de lo que tú sugieres, algo de señal de un origen y algo de tendencia, algo relacionado con el tránsito mismo de la vida, como un instante entre dos límites, y con la idea también de concentración y dinamismo. 
Yo diría que viene a ser como «la fuga de un exceso», una especie de «válvula de escape» (sin la cual, valga el símil, un motor no puede funcionar). 
La realidad apresada, dinámicamente concentrada en el cuerpo de la materia, exige un respiro para dar salida a su propio exceso entre esos dos límites. Por ello tiene algo de vector y algo de fuga, como apuntando a un «a dónde» y a un «de dónde».



23.10.24

CASAS DE DISEÑO (3): DISEÑO PRECISO

La palabra ‘preciso’ tiene un doble significado que es muy útil para empezar a hablar de otro aspecto del diseño.

Algo ‘preciso’ es aquello que se ajusta exactamente a lo previsto, en el campo técnico a lo proyectado. Pero también se refiere a lo que es necesario. Esa doble vertiente, de exactitud y necesidad, me parece interesante, ya que en un proyecto deberían ser atributos imprescindibles. Lo que se proyecta debería tener ese fundamento racional, que evita lo arbitrario en lo esencial. Nadie, con sentido común, se juega a los dados algo importante ...

Pienso que esto no está reñido con el ornato, con el detalle ‘decorativo’ –basta ver el modernismo- y menos con la libertad creativa que debe haber en toda obra. Libertad, sí!. No arbitrariedad ni capricho.
Un detalle de la Alhambra de Granada.
Encierra mucho saber de geometría y un gusto exquisito.

Tampoco implica reducir la tarea de proyectar a un simple funcionalismo sin alma, ni caer en rigideces absurdas. Pero la labor creativa no es, en el caso de los humanos, hacer de la nada ... sino hacer partiendo de la cultura, de la historia y, además, en nuestro caso, del saber construir.
También educar el gusto, la sensibilidad. Como se suele decir: sobre gustos ... hay mucho escrito, pero hay que leerlo.
Es cierto que determinadas obras tienen una finalidad principal de imagen, incluso de tótem o de escultura. Algo de esto hay en ciertas obras ‘de autor’ de las que ya se ha tratado; pero la excepción no puede ser la norma para los que estamos en la trinchera, guerreando a pié. 
Ocurre que quien se propone obras ‘modestas y discretas’ pero las trabaja mucho, sobre todo estructural y constructivamente, termina por hacer grandes proyectos. Arquitectos y obras para ejemplificarlo hay a montones.
En cambio quienes pretenden grandes proyectos, y los confían a unos ‘croquis geniales’ terminan haciendo pequeños homenajes a la mediocridad. Pienso que no es necesario poner ejemplos. Incluso uno piensa que ya le ha pasado alguna vez.

Para mí un paradigma creador, de diseño y precisión, es Alvar Aalto; luego habría una larga lista de arquitectos a los que admiro. Coderch en un lugar principal. Era tremendamente riguroso en sus planteamientos y ‘cuidador’ de los detalles hasta la obsesión.


Casa proyectada por J.A. Coderch

Hablando de Alvar Aalto, es interesante la tradición arquitectónica finlandesa. Nos llegaba al estudio una revista que valoro mucho, se llama 'PUU'. 



Trata, sobre todo, de casas de madera que se proyectan y construyen en Finlandia. Se nota la tradición arquitectónica del país y el alto nivel de diseño y precisión. Un lujo!.




28.9.24

CASAS DE DISEÑO 2

Hay una película que me parece muy ilustrativa de lo que pienso sobre las 'casas de diseño'. Es de Jaques Tatí y se titula 'Mi tío'. Ganó el oscar de 1958 a la mejor película extranjera. Como suelen decir los cinéfilos: de obligatoria visión.


La película versa sobre unos personajes singulares. El central es, lógicamente, 'el tío' y le sigue el sobrino. El sobrino está entre dos mundos: el que sus padres le quieren hacer ver, el que ellos viven de forma superficial y esnobista, y el de su tío -genial Jaques Tatí- despreocupado, sincero, algo despistado, natural, ... sin caer en la simplonería, todo lo contrario... lleno de detalles humanos.

La mayoria de las escenas se desarrollan en la casa de ese niño, con sus padres. Es una casa de diseño, parodiada en múltiples escenas de vida cotidiana realmente incómoda.
Se exagera con mucho realismo la preocupación por la imagen, de una vida hacia afuera, como en un escaparate en el que se muestra lo felices que parecen ser, estando tan a la última... pero sólo lo parecen... lo son?


Al final queda eso: puro escaparate; sin sustancia y sin alma. Deseo de aparentar y de lucimiento.


Tengo un amigo que tiene un blog muy seguido y bueno que se titula 'Árboles con alma'. Pienso que también las casas debieran tener alma. Si no... ay! ... qué cúmulo de despropósitos podemos hacer soportar a los demás.



Tatí, con humor, da grandes lecciones ...
Hay que proponerse hacer casas con alma ... no de diseño. Lo esencial es la persona que la habita, la familia, el entorno.
Nuestras casas: mero instrumento; que no es poco, si es un buen instrumento para la vida.


9.9.24

ALEJANDRO QUINCOCES

Este pintor, nacido en Bilbao, ha expuesto varias veces su pintura en la sala Parés, de la calle Petritxol. Se notan sus raíces en el Bilbao industrial, de una ría contaminada y de atmósfera espesa.

Una primera impresión me recordó a la pintura de Turner. Tiene también una raíz impresionista. Es más lo que imaginas que lo que realmente está dibujado

Vale la pena dedicar un rato a buscar en google cuadros de este artista. 
Aquí sólo muestro algunos ...











Ampliando cualquiera de estas fotografías se ven una serie de manchas, trazos y puntos que, desde muy cerca, no se adivina lo que representan.
 
A un poco de distancia se descubre una vista superior de una calle, de un puerto, de ciudades grises, con más o menos polución.

Y en las siguientes -esas que evocan a Turner- perspectivas con luz de fondo ...





O una calle con tráfico intenso y poca luz, ...


Y más ciudades ...


..... con una atmósfera del Londres industrial del siglo XIX.





Puede servir para entender y tener otra imagen de las ciudades.

También como demostración de que la realidad tiene muchas formas de representación, que muestran mejor que la fotografía lo que algo es.

1.9.24

UN TEXTO BÁSICO PARA EMPEZAR




NO SON GENIOS LO QUE NECESITAMOS EN ARQUITECTURA.
J.A. CODERCH DE SENTMENAT, 1961.


"Un viejo y famoso arquitecto Norteamericano le decía a otro mucho más joven que le pedía consejo: "Abre bien los ojos, mira, es mucho más sencillo de lo que imaginas". También le decía: "Detrás de cada edificio que ves hay un hombre que no ves". Un hombre; no decía siquiera: un arquitecto.
No, no creo que sean genios lo que necesitamos ahora. Creo que los genios son acontecimientos, no metas o fines. Tampoco creo que necesitemos pontífices de la arquitectura ni grandes doctrinarios, ni profetas, siempre dudosos. Algo de tradición viva está todavía a nuestro alcance, y muchas viejas doctrinas morales en relación con nosotros mismos y con nuestro oficio o profesión de arquitectos (y empleo estos términos en su mejor sentido tradicional). Necesitamos aprovechar lo poco que de tradición constructiva y, sobre todo, moral ha quedado en esta época en que las más hermosas palabras han perdido prácticamente su real y verdadera significación.
Necesitamos que miles y miles de arquitectos que andan por el mundo piensen menos en Arquitectura (en mayúscula), en dinero o en las ciudades del año 2000, y más en su oficio de arquitecto. Que trabajen con una cuerda atada al pie, para que no puedan ir demasiado lejos de la tierra en la que tienen raíces, y de los hombres que mejor conocen, siempre apoyándose en una base firme de dedicación, de buena voluntad y de honradez (honor).
Tengo el convencimiento de que cualquier arquitecto de nuestros días, medianamente dotado, preparado o formado, si puede entender esto también puede fácilmente realizar una obra verdaderamente viva. Esto es para mí lo más importante, mucho más que cualquier otra consideración o finalidad, sólo en apariencia de orden superior.
... Al dinero, al éxito, al exceso de propiedad o de ganancias, a la ligereza, la prisa, la falta de vida espiritual o de conciencia hay que enfrentar la dedicación, el oficio, la buena voluntad, el tiempo, el pan de cada día y, sobre todo, el amor, que es aceptación y entrega, no posesión y dominio. A esto hay que aferrarse.
... Se considera que cultura o formación arquitectónica es ver, enseñar o conocer más o menos profundamente las realizaciones, los signos exteriores de riqueza espiritual de los grandes maestros. Se aplican a nuestro oficio los mismos procedimientos de clasificación que se emplean (signos exteriores de riqueza económica) en nuestra sociedad capitalista. Luego nos lamentamos que ya no hay grandes arquitectos menores de sesenta años, de que la mayoría de los arquitectos son malos, de que las nuevas urbanizaciones resultan inhumanas casi sin excepción en todo el mundo, de que se destrozan nuestras viejas ciudades y se construyen casas y pueblos como decorados de cine a lo largo de nuestras hermosas costas mediterráneas.
Con los grandes maestros de nuestra época pasa prácticamente lo mismo. Se admiran sus obras, o mejor dicho, las formas de sus obras y nada más, sin profundizar para buscar en ellas lo que tienen dentro, lo más valioso, que es precisamente lo que está a nuestro alcance. Claro está que esto supone aceptar nuestro propio techo o límite, y esto no se hace así porque casi todos los arquitectos quieren ganar mucho dinero o ser Le Corbusier; y esto el mismo año en que acaban sus estudios. Hay aquí un arquitecto, recién salido de la Escuela, que ha publicado ya una especie de manifiesto impreso en papel valioso después de haber diseñado una silla, si podemos llamarla así.

... Antiguamente el arquitecto tenía firmes puntos de apoyo. Existían muchas cosas que no eran aceptadas por la mayoría como buenas o, en todo caso, como inevitables, y la organización de la sociedad, tanto en sus problemas sociales como económicos, religiosos, políticos, etc., evolucionaba lentamente. Existía, por otra parte, más dedicación, menos orgullo y una tradición viva en la que apoyarse. Con todos sus defectos, las clases elevadas tenían un concepto más claro de su misión, y rara vez se equivocaban en la elección de los arquitectos de valía; así, la cultura espiritual se propagaba naturalmente. Las pequeñas ciudades crecían como plantas, en formas diferentes, pero con lentitud y colmándose de vida colectiva. Rara vez existía ligereza, improvisación o irresponsabilidad. Se realizaban obras de todas clases que tenían un valor humano que se da hoy muy excepcionalmente...". Por ello, para terminar, no necesitamos genios, sino gente, arquitectos comprometidos como tales y como personas a trabajar por el bienestar de la comunidad antes que en su propia fama y enriquecimiento personal, eso vendrá por añadidura, lo demás es simple comercio del oficio.

Este texto del 'maestro Coderch' ha sido la base que ha inspirado e inspira el trabajo que hacemos en este estudio. 

El párrafo que he remarcado está en el corcho de la pared, en la introducción del portfolio que hizo Eric Seguin el año 2000 y en las presentaciones de diversos trabajos del estudio. 

Es un texto conocido ... pero hay que recordar a diario lo que, a diario, de puro sabido se olvida.

A seguir!

13.8.24

CASAS DE DISEÑO 1

Quisiera empezar por lo que entiendo por casas 'antidiseño' ...  pero lo haré en la siguiente entrada sobre este tema. La tercera irá sobre una idea que me ronda la cabeza -'diseño y precisión'- que terminará en una conclusión: 'diseño, razón y sentimiento'.

En la base de todo esto está el binomio diseño y naturaleza. La naturaleza en la que existimos y, sobre todo, la propia naturaleza humana. Lo que el hombre hace tiene que ser reflejo de una naturaleza racional, armónica; además, la arquitectura buena entra a formar parte de cierta naturaleza razonada y, a la vez, sin contradicción, conmueve con un especial sentimiento humano.


Huyendo de pintoresquismos, ciertas imágenes de arquitectura rural tienen una belleza especial. En ellas no hubo ninguna intención de diseño manierista ni vernáculo -en el sentido de imitación de algo propio de un lugar y anterior- y en cambio tienen el atractivo de lo genuinamente humano.


 
Es cierto que esa arquitectura espontánea está también llena de ejemplos de desequilibrios. Tiene su explicación. 

Si se analiza cómo se generó cada edificio, la época y los principios que la motivaron, se explica, en muchos casos, las causas de los desvaríos. Épocas de especulación, de materialismos de cualquier signo, de pensamientos débiles,... de ahí salieron desmanes que son lecciones para hoy. 

Podríamos hacer un mapa de ciudades en los que, en lugar de barrios, habría que marcar, con colores y tramas, las distintas zonas en función de la calidad del pensamiento que engendró cada una de ellas; suele corresponder el nivel de las ideas con la calidad urbanística y arquitectónica. 
Esto se puede hacer sin ser tendencioso. Hay cosas buenas y malas de distintas ideologías, pero el resultado final es significativo del fundamento, más o menos sólido, que lo sustenta.


Lo bello casi siempre es sencillo. 

Decía Pemán -hablando de poesía, pero trasladable a otros campos- que una obra era naturalmente bella cuando parecía engendrada sin esfuerzo... porque era eso... natural. Y hacía incapié en eso de que parecía, porque a los hombres llegar a una síntesis simple y bella nos cuesta mucho esfuerzo.

La sencillez supone un trabajo grande de depuración: descomplicar nuestros razonamientos y quitar intenciones que nos apartan del fin. Esto último es un punto básico a la hora de proyectar.




¿Quién no ha tenido la intención de hacer una casa de diseño?

Proyectar ciudades o edificios va más allá del concepto usual de diseño. 

Como cada edificio, la arquitectura, entendida como algo más que un mero diseño, necesita de unos cimientos adecuados, sólidos y estables.

Sí, estables: la moda no es un cimiento. El tema de las formas, los formalismos y el ornato es un tema  interesante a revisar.


9.7.24

CHILLIDA (3): ESPACIO VACIO ...

Pienso que vale la pena seguir un poco más con Chillida. 

Reproduzco hoy un texto sugerente. Es de José Antonio Ory, crítico de arte.
Las reflexiones sobre el 'espacio vacío' me parecen muy interesantes para la arquitectura. El prestigioso arquitecto Campo Baeza, en la introducción a una publicación sobre otro arquitecto de gran valía -Javier Carvajal-, escribía que 'tan importante es acotar la materia como el aire que la rodea' ... llegando a afirmar que es esencial el vacío que se proyecta ... y se nos va el pensamiento a plazas, patios y tantos espacios de gran valor arquitectónico. Son valiosos en función de sus proporciones, de la luz, ... de muchos detalles que los conforman.

Espero que disfrutéis tanto como yo con textos como éste, y con las imágenes con las que lo acompaño.
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Espacio vacío, sí, por tanto, pero no vacío como nada, como cero, sino vacío como algo-que-sí-es. Espacio vacío que es tan parte de la obra, tan elemento suyo, como el objeto presente, la materia.
Vacío que el escultor esculpe, va conformando con sus manos al tiempo que labra la piedra, forja el hierro o moldea el barro. Porque va a la vez también, sin duda, labrando el aire, forjando el vacío, moldeando el espacio y dejándolo entrar. Forjador de vacíos llama Félix Duque a Chillida.
Y Escultor arquitectónico lo ha llamado también, Arquitecto cuando esculpe. Y José Angel Valente: Maestro de la vacuidad, arquitecto del vacío. Tal vez porque aunque abandonara temprano la arquitectura ha reivindicado ese oficio que también debe ser el de los arquitectos, más que ningún otro, más que de ningún otro: constructores de espacios. Espacios grandes o pequeños, claros o intricados, visibles o escondidos en la pieza y sabidos sólo por su artífice.

Espacios positivos o negativos.
Chillida habla de "espacio positivo", la obra, el volumen real de la obra, el espacio del objeto presente, frente a la vista, evidente, material (hecho de materia); y "espacio negativo", el espacio que queda dentro: lo vacío, "el hueco".
Espacio negativo, sí, pero negativo como el de una fotografía, esa otra cara de la realidad donde lo blanco es negro y lo negro blanco, lo mismo visto de otra manera, desde el otro lado. Negativo, pero, de nuevo, no como ausencia, como lo que no es, sino un negativo igual de real que el positivo, cara y cruz de lo mismo, misma imagen a uno y otro lado del espejo. Intercambiables por tanto, dependientes del punto de vista, tan reales el uno como el otro, el espacio que ocupa la pieza de madera, de hierro, de hormigón, y el espacio vacío que se genera en medio o en torno. Espacio real creado, conformado (dado forma) por esa materia que, si logramos alterar el punto de vista, puede dejar de ser lo positivo, lo que es, para ser al cabo lo negativo, lo de afuera, lo que sólo envuelve.
Estar a veces en el límite de no saber si lo que estoy separando del espacio, lo que estoy esculpiendo, es la masa de materia que estoy trabajando, o es el aire que se está haciendo pasillos ya interiores y cerrados para siempre.
Félix Duque habla de vacío excavado-y-encerrado a la vez por Chillida. He ahí, tal vez, una clave para entender. Vacío excavado, vacío encerrado.
Vacío encerrado cuando materia y espacio son dos caras de la misma obra, positivo y negativo a la vez, como en el juego de percepción, y uno puede jugar a cambiar la mirada y decidir si quiere que la obra sea, por ejemplo, las manos, las zarpas, las tenazas de hierrro forjado que son el Peine del Viento, o si el Peine del viento es más bien el aire y el agua que atrapan, el mar y el viento que lo peinan sin cese.

Peine del viento, San Sebastián.

O escoger si lo que quiere ver reflejado en el estanque bajo Elogio del agua, en el parque barcelonés de La Creuta del Coll, son esas garras de hormigón enormes o más bien el espacio vacío que agarran.
Elogio del agua, Barcelona.

Como Elogio del horizonte no es sólo la impresionante pieza de hormigón, el arco que se impone sobre el horizonte en el Cerro de Santa Catalina de Gijón, sino lo que ella abarca, contiene, define, dibuja. El arco es sólo límite, perfil; lo que cuenta es el volumen que surge dentro, el espacio, lo vacío. Ese ábside hueco y cóncavo donde el propio Chillida dice que el mar -la mar la llama él siempre- se oye de manera diferente.
Escultura inmensa junto a la que el hombre se ve y se asume ínfimo y que logra hacerlo sentirse dentro, protegido, y al tiempo asustado frente a lo que lo desborda y lo cuestiona. A la vez ventana al horizonte, abrazo al aire, cápsula desde donde oír la mar y capilla de homenaje y humillación del hombre frente a lo inmenso, lo incomprensible, lo inefable. Espacio positivo, tanto o más que el arco de hormigón que lo crea y lo delimita.

Elogio del horizonte, Gijón.

Y vacío excavado cuando el escultor hiende la piedra para, a la vez, en una misma acción, quitar lo que sobra y crear vacío, re-crear el espacio.
Cavar, sacar, también es esculpir. Como al forjar el hierro o al moldear el barro se van esculpiendo volúmenes, al cavar, al quitarle a la piedra, se va esculpiendo el vacío, dejando salir al espacio. Creándolo.

Gran vacio en el monte Tindaya, Fuerteventura, Canarias.
Dice Valente: Es que la escultura tradicionalmente era un arte de ocupación del espacio. Y la originalidad de Eduardo es que desocupa el espacio (…), interroga a la naturaleza en su intimidad, es decir, la penetra. Es como si se hubiera desplazado la función de la escultura, que era un arte de ocupación. Y en Eduardo es un arte de desocupación del espacio.

Un arte de desocupación del espacio… Chillida, el desocupador del espacio. Eso hace Chillida, no saca piedra, no quita, sino que añade, "mete" espacio. Desocupar materia es llenar de espacio vacío, es apartar lo que lo esconde. Vacía y llena al tiempo, aligera, cambia materia por espacio. Esculpe vacío. Chillida, dice, se dio cuenta un día de que cuando los canteros sacan piedra de una montaña, sin saberlo están metiendo espacio. De esa epifanía, que puede meterse espacio dentro de un espacio, surgió el proyecto de Tindaya: excavar.


Tindaya, Fuerteventura, Canarias.