Se inició su construcción el año 1781, promovido por Antoni Desvalls, marqués de Alfarrás.
A poca distancia de la entrada se encuentra uno este laberinto de setos de cipreses. Te introduce en un mundo de romanticismo arquitectónico. En el inicio del laberinto hay un relieve con Ariadna entregando el ovillo a Teseo ...
Saliendo del laberinto se asciende a un segunda terraza que está formada por una balaustrada y otros elementos ...
En la parte superior todo este conjunto está presidido por un pabellón neoclásico con pórticos a ambos lados, con relieves a los triunfos de las artes y de las ciencias.
Tras el pabellón hay un estanque que surte de agua a todo el jardín, y en la parte superior una gruta consagrada a la ninfa Egeria, que se encuentra recostada, solitaria y meditabunda, contemplando todo el jardín que se extiende a sus piés.
Canales de agua y unos cisnes.
Al llegar a la escuela de Barcelona fue el primer lugar que fuimos a dibujar los estudiantes de arquitectura de aquel año.
Pasa como la música: el romanticismo ayuda a introducirse en la apreciación de las emociones que contiene todo arte.
Luego, en muchos casos y de forma natural, se evoluciona y la inteligencia prefiere el realismo, que produce emociones mas auténticas.
Fotos en un paseo de domingo por la mañana de hace un tiempo (GTC).
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