En los últimos meses, al hablar con unos y otros, con muchos compañeros de profesión y amigos, que están en sectores que pasan por situaciones como la que está afectando al mundo inmobiliario y al de la construcción en general, sale esta expresión ... 'estoy pensando en reinventarme'...
Parece lógico y positivo tener una actitud proactiva -en terminología de moda- y no cruzarse de brazos ante un horizonte que se presenta cerrado y sin aparentes perspectivas.
Los arquitectos pensamos nuevos servicios que podemos ofrecer, nuevos territorios de conquista -es frecuente oir que uno u otro está abriendo senda en un pais de Suramérica o de Asia- ... todo esto está muy bien, y es necesario. Hay que hacerlo.
En este sentido el viernes pasado, para cerrar el año, compartíamos mesa Andrés y yo, hablando y proponiéndonos ideas para generar nueva y mejor actividad para el estudio. Vimos cuatro vías de acción interesantes, que nos proponemos sacar adelante con los medios que tenemos, con los estudios de Barcelona, Aragón, Comunidad Valenciana y Madrid asociados en trabajos que hemos hecho; y con los arquitectos de Serbia, China, Francia, Italia, Líbano, Argentina, Brasil, Hungría, Estados Unidos y de otros países que habéis colaborado en el estudio en los últimos años.
Los medios de comunicación y las posibilidades de multiplicar la presencia en muchos sitios hacen que el campo de trabajo sea prácticamente universal. Y esto conviene y nos proponemos estar.
Pero también hay que pensar hacia adentro: reflexionar sobre lo que hemos hecho y cómo lo hemos hecho. Sigo dándole vueltas a eso de reinventarse. Personalmente me convence más el concepto renovarse. Volver a ser nuevos, a ver las cosas como nuevas o desde un punto de vista nuevo, a ser originales ... que es volver al origen. Me gusta todo aquello que supone ir a la raiz de una cosa, también de los problemas.
Pero también hay que pensar hacia adentro: reflexionar sobre lo que hemos hecho y cómo lo hemos hecho. Sigo dándole vueltas a eso de reinventarse. Personalmente me convence más el concepto renovarse. Volver a ser nuevos, a ver las cosas como nuevas o desde un punto de vista nuevo, a ser originales ... que es volver al origen. Me gusta todo aquello que supone ir a la raiz de una cosa, también de los problemas.
Hay una característica de esta crisis que da qué pensar: la crisis actual no es, de momento y aquí, para la mayoría de las personas, una crisis de quedarse sin techo, de pasar hambre, ni de guerra. Está fallando el sistema - así se dice y así es- porque hemos fallado nosotros. Somos víctimas de nuestros excesos ...y, sobre todo, de nuestros defectos.
De forma recurrente me vienen esas palabras de Coderch, que para mi son programáticas ... todo un proyecto de vida en el trabajo:
... Al dinero, al éxito, al exceso de propiedad o de ganancias, a la ligereza, la prisa, la falta de vida espiritual o de conciencia hay que enfrentar la dedicación, el oficio, la buena voluntad, el tiempo, el pan de cada día y, sobre todo, el amor, que es aceptación y entrega, no posesión y dominio. A esto hay que aferrarse.
El cambio hacia una nueva época tiene que empezar -está empezando!- por un nuevo ímpetu en la forma de trabajar. Con un reforzado espíritu de estudio, de profundizar en lo que hacemos, de valorar lo poco y lo pequeño, el detalle. Porque esto es necesario para ganarse al cliente, para fidelizarlo, para merecer hacer algo. Sí, el trabajo hay que merecerlo.
No valen escusas. No podemos decir que hemos sido víctimas de un capitalismo liberal -sin nada que lo frenase- que nos ha utilizado, a nosotros y a nuestra profesión, para producir su arquitectura al servicio de la especulación y, tantas veces, falta de sentido. Más útil nos será examinar si en alguna ocasión fuimos sus cómplices.
No cabe duda: hay mucho trabajo por hacer: en Barcelona y en todas las ciudades de la vieja Europa. No son un organismo muerto. Están convalecientes de una sobredosis de avaricia y orgullo.
La reactivación vendrá por la inversión no especulativa y el trabajo hecho a conciencia, que añade de forma real un valor. En economía se habla de valores seguros, y eso se aplica también a cualquier actividad profesional y empresarial. Hay trabajos que generan riqueza y otros simplemente especulan con la que otros han creado, sin añadir nada más que un coste. La sociedad terminará por erradicar las actividades parasitarias. Tenemos que aplicar la medicina necesaria para que así sea, o extirpar lo que es perjudicial. Pienso que un buen antibiótico es la ética.
Siempre hay futuro para los informes estudiados a fondo, ... proyectos bien acabados, hasta el detalle, y que consiguen que una obra logre los tres objetivos básicos de toda promoción: calidad, precio y plazo. Por este orden. El arquitecto huye del espectáculo y piensa primero en el servicio.
La calidad es incuestionable. No sólo es material. Sabemos que el mayor gozo es espiritual - sentirse bien interiormente- y eso en un edificio lo da la calidad del espacio, el confort y la belleza.
Precio: coste justo, la mejor relación calidad precio. Un edificio económico en su construcción y proyectado para ser sostenible.
Plazo. En el tiempo oportuno._____________________
Hay razones suficientes para ser optimistas. Porque hay materia prima y porque siempre las personas hemos aprendido de nuestros errores.
Tengo la seguridad, no obstante, que nadie nos va a solucionar las cosas. Ánimo!
El cambio hacia una nueva época tiene que empezar -está empezando!- por un nuevo ímpetu en la forma de trabajar. Con un reforzado espíritu de estudio, de profundizar en lo que hacemos, de valorar lo poco y lo pequeño, el detalle. Porque esto es necesario para ganarse al cliente, para fidelizarlo, para merecer hacer algo. Sí, el trabajo hay que merecerlo.
No valen escusas. No podemos decir que hemos sido víctimas de un capitalismo liberal -sin nada que lo frenase- que nos ha utilizado, a nosotros y a nuestra profesión, para producir su arquitectura al servicio de la especulación y, tantas veces, falta de sentido. Más útil nos será examinar si en alguna ocasión fuimos sus cómplices.
No cabe duda: hay mucho trabajo por hacer: en Barcelona y en todas las ciudades de la vieja Europa. No son un organismo muerto. Están convalecientes de una sobredosis de avaricia y orgullo.
La reactivación vendrá por la inversión no especulativa y el trabajo hecho a conciencia, que añade de forma real un valor. En economía se habla de valores seguros, y eso se aplica también a cualquier actividad profesional y empresarial. Hay trabajos que generan riqueza y otros simplemente especulan con la que otros han creado, sin añadir nada más que un coste. La sociedad terminará por erradicar las actividades parasitarias. Tenemos que aplicar la medicina necesaria para que así sea, o extirpar lo que es perjudicial. Pienso que un buen antibiótico es la ética.
Siempre hay futuro para los informes estudiados a fondo, ... proyectos bien acabados, hasta el detalle, y que consiguen que una obra logre los tres objetivos básicos de toda promoción: calidad, precio y plazo. Por este orden. El arquitecto huye del espectáculo y piensa primero en el servicio.
La calidad es incuestionable. No sólo es material. Sabemos que el mayor gozo es espiritual - sentirse bien interiormente- y eso en un edificio lo da la calidad del espacio, el confort y la belleza.
Precio: coste justo, la mejor relación calidad precio. Un edificio económico en su construcción y proyectado para ser sostenible.
Plazo. En el tiempo oportuno._____________________
Hay razones suficientes para ser optimistas. Porque hay materia prima y porque siempre las personas hemos aprendido de nuestros errores.
Tengo la seguridad, no obstante, que nadie nos va a solucionar las cosas. Ánimo!
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