28.9.24

CASAS DE DISEÑO 2

Hay una película que me parece muy ilustrativa de lo que pienso sobre las 'casas de diseño'. Es de Jaques Tatí y se titula 'Mi tío'. Ganó el oscar de 1958 a la mejor película extranjera. Como suelen decir los cinéfilos: de obligatoria visión.


La película versa sobre unos personajes singulares. El central es, lógicamente, 'el tío' y le sigue el sobrino. El sobrino está entre dos mundos: el que sus padres le quieren hacer ver, el que ellos viven de forma superficial y esnobista, y el de su tío -genial Jaques Tatí- despreocupado, sincero, algo despistado, natural, ... sin caer en la simplonería, todo lo contrario... lleno de detalles humanos.

La mayoria de las escenas se desarrollan en la casa de ese niño, con sus padres. Es una casa de diseño, parodiada en múltiples escenas de vida cotidiana realmente incómoda.
Se exagera con mucho realismo la preocupación por la imagen, de una vida hacia afuera, como en un escaparate en el que se muestra lo felices que parecen ser, estando tan a la última... pero sólo lo parecen... lo son?


Al final queda eso: puro escaparate; sin sustancia y sin alma. Deseo de aparentar y de lucimiento.


Tengo un amigo que tiene un blog muy seguido y bueno que se titula 'Árboles con alma'. Pienso que también las casas debieran tener alma. Si no... ay! ... qué cúmulo de despropósitos podemos hacer soportar a los demás.



Tatí, con humor, da grandes lecciones ...
Hay que proponerse hacer casas con alma ... no de diseño. Lo esencial es la persona que la habita, la familia, el entorno.
Nuestras casas: mero instrumento; que no es poco, si es un buen instrumento para la vida.


9.9.24

ALEJANDRO QUINCOCES

Este pintor, nacido en Bilbao, ha expuesto varias veces su pintura en la sala Parés, de la calle Petritxol. Se notan sus raíces en el Bilbao industrial, de una ría contaminada y de atmósfera espesa.

Una primera impresión me recordó a la pintura de Turner. Tiene también una raíz impresionista. Es más lo que imaginas que lo que realmente está dibujado

Vale la pena dedicar un rato a buscar en google cuadros de este artista. 
Aquí sólo muestro algunos ...











Ampliando cualquiera de estas fotografías se ven una serie de manchas, trazos y puntos que, desde muy cerca, no se adivina lo que representan.
 
A un poco de distancia se descubre una vista superior de una calle, de un puerto, de ciudades grises, con más o menos polución.

Y en las siguientes -esas que evocan a Turner- perspectivas con luz de fondo ...





O una calle con tráfico intenso y poca luz, ...


Y más ciudades ...


..... con una atmósfera del Londres industrial del siglo XIX.





Puede servir para entender y tener otra imagen de las ciudades.

También como demostración de que la realidad tiene muchas formas de representación, que muestran mejor que la fotografía lo que algo es.

1.9.24

UN TEXTO BÁSICO PARA EMPEZAR




NO SON GENIOS LO QUE NECESITAMOS EN ARQUITECTURA.
J.A. CODERCH DE SENTMENAT, 1961.


"Un viejo y famoso arquitecto Norteamericano le decía a otro mucho más joven que le pedía consejo: "Abre bien los ojos, mira, es mucho más sencillo de lo que imaginas". También le decía: "Detrás de cada edificio que ves hay un hombre que no ves". Un hombre; no decía siquiera: un arquitecto.
No, no creo que sean genios lo que necesitamos ahora. Creo que los genios son acontecimientos, no metas o fines. Tampoco creo que necesitemos pontífices de la arquitectura ni grandes doctrinarios, ni profetas, siempre dudosos. Algo de tradición viva está todavía a nuestro alcance, y muchas viejas doctrinas morales en relación con nosotros mismos y con nuestro oficio o profesión de arquitectos (y empleo estos términos en su mejor sentido tradicional). Necesitamos aprovechar lo poco que de tradición constructiva y, sobre todo, moral ha quedado en esta época en que las más hermosas palabras han perdido prácticamente su real y verdadera significación.
Necesitamos que miles y miles de arquitectos que andan por el mundo piensen menos en Arquitectura (en mayúscula), en dinero o en las ciudades del año 2000, y más en su oficio de arquitecto. Que trabajen con una cuerda atada al pie, para que no puedan ir demasiado lejos de la tierra en la que tienen raíces, y de los hombres que mejor conocen, siempre apoyándose en una base firme de dedicación, de buena voluntad y de honradez (honor).
Tengo el convencimiento de que cualquier arquitecto de nuestros días, medianamente dotado, preparado o formado, si puede entender esto también puede fácilmente realizar una obra verdaderamente viva. Esto es para mí lo más importante, mucho más que cualquier otra consideración o finalidad, sólo en apariencia de orden superior.
... Al dinero, al éxito, al exceso de propiedad o de ganancias, a la ligereza, la prisa, la falta de vida espiritual o de conciencia hay que enfrentar la dedicación, el oficio, la buena voluntad, el tiempo, el pan de cada día y, sobre todo, el amor, que es aceptación y entrega, no posesión y dominio. A esto hay que aferrarse.
... Se considera que cultura o formación arquitectónica es ver, enseñar o conocer más o menos profundamente las realizaciones, los signos exteriores de riqueza espiritual de los grandes maestros. Se aplican a nuestro oficio los mismos procedimientos de clasificación que se emplean (signos exteriores de riqueza económica) en nuestra sociedad capitalista. Luego nos lamentamos que ya no hay grandes arquitectos menores de sesenta años, de que la mayoría de los arquitectos son malos, de que las nuevas urbanizaciones resultan inhumanas casi sin excepción en todo el mundo, de que se destrozan nuestras viejas ciudades y se construyen casas y pueblos como decorados de cine a lo largo de nuestras hermosas costas mediterráneas.
Con los grandes maestros de nuestra época pasa prácticamente lo mismo. Se admiran sus obras, o mejor dicho, las formas de sus obras y nada más, sin profundizar para buscar en ellas lo que tienen dentro, lo más valioso, que es precisamente lo que está a nuestro alcance. Claro está que esto supone aceptar nuestro propio techo o límite, y esto no se hace así porque casi todos los arquitectos quieren ganar mucho dinero o ser Le Corbusier; y esto el mismo año en que acaban sus estudios. Hay aquí un arquitecto, recién salido de la Escuela, que ha publicado ya una especie de manifiesto impreso en papel valioso después de haber diseñado una silla, si podemos llamarla así.

... Antiguamente el arquitecto tenía firmes puntos de apoyo. Existían muchas cosas que no eran aceptadas por la mayoría como buenas o, en todo caso, como inevitables, y la organización de la sociedad, tanto en sus problemas sociales como económicos, religiosos, políticos, etc., evolucionaba lentamente. Existía, por otra parte, más dedicación, menos orgullo y una tradición viva en la que apoyarse. Con todos sus defectos, las clases elevadas tenían un concepto más claro de su misión, y rara vez se equivocaban en la elección de los arquitectos de valía; así, la cultura espiritual se propagaba naturalmente. Las pequeñas ciudades crecían como plantas, en formas diferentes, pero con lentitud y colmándose de vida colectiva. Rara vez existía ligereza, improvisación o irresponsabilidad. Se realizaban obras de todas clases que tenían un valor humano que se da hoy muy excepcionalmente...". Por ello, para terminar, no necesitamos genios, sino gente, arquitectos comprometidos como tales y como personas a trabajar por el bienestar de la comunidad antes que en su propia fama y enriquecimiento personal, eso vendrá por añadidura, lo demás es simple comercio del oficio.

Este texto del 'maestro Coderch' ha sido la base que ha inspirado e inspira el trabajo que hacemos en este estudio. 

El párrafo que he remarcado está en el corcho de la pared, en la introducción del portfolio que hizo Eric Seguin el año 2000 y en las presentaciones de diversos trabajos del estudio. 

Es un texto conocido ... pero hay que recordar a diario lo que, a diario, de puro sabido se olvida.

A seguir!