Hoy existe una cierta tendencia al minimalismo, a espacios muy paralepipédicos, sin ornatos; incluso se muestran muchos interiores de casas sin apenas muebles, casi nada en las paredes, ... sin adorno alguno.
Así, para los que admiran esta corriente, el ornato puede parecerles un camuflaje, la enredadera que tapa las vergüenzas de una casa.
Basta mirar un poco hacia atrás - a la historia- para darse cuenta de que no es así. El minimalismo es admirable, pero no se puede menospreciar el valor del ornato como si fuera siempre un mero adorno superficial.
La cultura árabe de los XII a XV, particularmente el califato Nazarí, tuvo artífices de una investigación geométrica prodigiosa. De las posibilidades distintas de llenar o cubrir un plano con formas geométricas repetidas - hay 17 combinaciones topológicamente posibles - en la Alhambra de Granada se encuentran todas. Y esto no es casual, no puede serlo.
En parte es lógico que la cultura árabe, al prescindir de la representación de la figura humana, se introdujera y recreara en otras figuras e imágenes.
De otra parte, es algo común a todas las culturas: la geometría tiene un significado que va más allá de la línea muda: un triángulo, un cuadrado, un pentágono, el hexágono, ... la circunferencia, ... todas ellas tienen significados concretos, muchas veces distintos, en oriente, en occidente, y en cada latitud.
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