Este verano tuve la oportunidad de ir al Santuario de Meritxell, en Andorra.
Es una obra de Ricardo Bofill en la que ya hay un formalismo marcado, todavía no excesivamente manierista, de inspiración romántica -evoca una ruina romànica-, hecha de volúmenes precisos, con la piedra frecuente en Andorra.
El diseño es sobrio, bien definido, elegante.
En los claustros interiores estos aspectos se acentúan.
Quizá le falta espíritu. Es una naturaleza muerta. Es patente que este claustro no ha sido hábitat de oración permanente. Tal vez porque tampoco invita ....
La obra del arquitecto es innegable: inventa espacios, crea formas, maneja materiales,... no cabe duda de que es una casa digna para nuestra Señora de Meritxell.
No hay comentarios:
Publicar un comentario