19.12.11

ENTREVISTA A JEAN NOUVEL

El domingo de la semana pasada se publicó, en el suplemento de La Vanguardia, una extensa entrevista a Nouvel. Reproduzco un extracto con las preguntas relacionadas directamente con algunas de sus ideas sobre la arquitectura y el quehacer del arquitecto. Pienso que todo lo que dice es interesante, motivo de debate y de reflexión.

Usted no se repite en sus trabajos, y sus edificios son muy diferentes entre sí. ¿Qué es el estilo, en su opinión?
Es la permanencia de una actitud, evidentemente una actitud intelectual, de una línea de pensamiento. No se trata en absoluto de repetir lo que ha ocurrido en el siglo XX, en el que ha habido una reducción del lenguaje formal que se repite en cualquier lugar. Eso no es estilo, es una suerte de caricatura.
¿Y cuál es esta línea de pensamiento suya?
Pienso que es necesario, en cada situación, responder de modo individual a las cuestiones concretas que se plantean. Por eso llamo caricaturas a las respuestas que se repiten. Yo siempre busco las particularidades, qué tiene de especial cada ciudad, cada lugar, y así encuentro el camino de cómo debo construir. Investigo la cultura, el patrimonio histórico, siempre a la búsqueda de lo que es único. Siempre hay que pensar en un lugar concreto en un momento concreto. Qué puede surgir de allí. Es todo lo contrario del fenómeno que empezó en los años 90 y dura hasta hoy, con todos esos edificios que son como paracaídas, que son los mismos en todo el planeta, que no tienen raíces, y no sabes por qué están allí ni de quién son. Es un fenómeno que puede acabar con toda la variedad cultural, con el paisaje local. Yo estoy en el lado opuesto. No es que haya que ir a la búsqueda de la hiperespecificidad, sino a la esencia de la identidad. Hay que acentuar la identificación de cada lugar.
En el 2005, usted escribió el Manifiesto de Luisiana, donde hablaba de la arquitectura como un don.
Por eso rechazo la arquitectura clon, que responde a la moda económica del momento y no tiene en cuenta a quién va dirigida ni lo que tiene alrededor.
Está en contra de la arquitectura que no tiene en cuenta el contexto, pero en la isla blanca de Ibiza está construyendo un llamativo edificio multicolor. ¿Le gusta provocar?
No es un edificio que se pueda hacer en cualquier parte. Estos apartamentos son para pasar las vacaciones y traducen el espíritu de la isla. Su forma serpenteante es un teatro abierto sobre la ciudadela. Es una concepción totalmente hedonista, onírica y joven de lo que es la vida en Ibiza durante las vacaciones. No hubiera hecho unos apartamentos así en una ciudad de negocios.
En Ibiza llenará los balcones de plantas multicolores, y en el hotel Catalonia de l’Hospitalet (Barcelona) habrá un atrio que será un jardín. ¿Le gusta que la naturaleza trabaje para usted?
Todo tiene que ver con la geografía, con el paisaje. Estos edificios, que construimos en colaboración con Ribas & Ribas, no podrían estar en París o Nueva York. Representan el placer de vivir en el exterior tanto como en el interior. Son mediterráneos. Habrá buganvillas en Ibiza y palmeras en Barcelona, que no necesitan grandes cuidados y aman el sol. Son signos de apropiación de cierta actitud vital en estas latitudes.
¿De dónde le viene el gusto por jugar con las luces y los reflejos?
Quiero que los edificios que diseño atrapen la luz y el entorno. Es un ejercicio sobre la conciencia de existir en un momento determinado.
¿Qué se prohíbe a sí mismo?
No tengo problemas en impedirme hacer ciertas cosas porque está unido a mi educación. No me apetece hacer cosas que me desagradan o imponerme a las necesidades de las personas. No voy a hacer un edificio si me parece que es idiota hacerlo. Intento mantenerme haciendo cosas que me permitan mirarme en un espejo. No quiero hacer nada de lo que luego me arrepienta. Eso es lo que nos enseña la profesión de arquitecto: uno no tiene el derecho de arrepentirse de lo que ha hecho.
¿Y cómo sabe cuándo no debe hacer algo?
En un momento dado mido la energía que debo aportar. Trato de hacer, según mi conciencia, un proyecto lo mejor posible, lo más honestamente que sé. No puedo trabajar para alguien que no se lo toma en serio ni si no aprecio a la persona para la que trabajo, porque si no hay una dimensión afectiva, puedes caer en la perversión en cualquier momento. Si algo no me conviene, me detengo.
Las herramientas informáticas de diseño y los avances de la ingeniería permiten hacer edificios hasta ahora inimaginables. ¿Que se puedan hacer justifica que se hagan?
La tecnología es lo que queramos que sea. La informática es fabulosa porque te permite explorar más lejos, pero al mismo tiempo permite clonar, repetir trabajos, lo que es insoportable. Si la informática sólo sirve para ganar más dinero sin profundizar en el oficio, en las soluciones, es un escándalo que está al mismo nivel que los escándalos políticos y económicos de hoy en día. Es una especie de especulación que invierte en trabajos no creativos. Es escandaloso. Por otro lado, un arquitecto, en una situación urbana cada día más complicada, necesita pensar mucho, desarrollar muchos aspectos, y los ordenadores son de mucha ayuda.
¿Pero no hay una cierta competición por la extravagancia?
Bueno, permiten simplificar los procesos de construcción y de diseño, hacerlos más económicos. Y en eso estoy de acuerdo. Pero no podemos perder de vista que el oficio de arquitecto es hacer lo que se debe hacer de la mejor manera, no sólo se trata de ganar más.
¿Cómo se siente cuando ha estado trabajando mucho tiempo en un proyecto que luego no se realiza?
Es algo habitual en el trabajo de los arquitectos. Es una frustración, pero hay que continuar diseñando y diseñando. Es una frustración que se va pasando con el tiempo (risas).
¿Cuál es su utopía en arquitectura?
Ir en una dirección porque es la que hay que seguir sin atender a los condicionantes políticos o económicos. Es tener siempre algo que se ambiciona, pero que no se puede tener inmediatamente.
¿Qué resulta imprescindible para ser arquitecto?
La pasión (carcajada). Y la obstinación. Hacen falta las dos.
Eso sirve para todo en la vida…
Pero en arquitectura son particularmente indispensables.
¿Por qué?
Porque si uno se mete en este oficio sólo para ganar dinero como un tendero, puede hacer mucho daño.
¿Qué opina de las ciudades que parecen museos de arquitectura?
Es un auténtico problema. Tiene que ver con los edificios paracaídas, que caen sin ton ni son en cualquier lugar. No tengo nada contra el hecho de que en un lugar determinado se levanten muchos edificios increíbles, como en Nueva York o Venecia. Pero ahora encontramos en las diferentes urbes del mundo las mismas firmas que hacen las mismas cosas. Esto es el resultado de la mundialización. Los despachos que planifican las ciudades quieren clones y recurren a los mismos arquitectos-artistas que una y otra vez levantan los mismos modelos. Y esto, efectivamente es un aspecto cultural sobre el que hay que reflexionar.
Y además es muy aburrido.
Sí, como los museos de arte contemporáneo. En cualquier lugar del mundo siempre muestran a los mismos artistas. Es la uniformización a la que lleva la globalización. Una lástima.
¿Y qué se puede hacer para remediarlo?
Podemos intentar no tener siempre las mismas actitudes en lugares diferentes. Es algo que corresponde a la identidad de la ciudad.
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24.11.11

LA AVENIDA TIBIDABO

Llevo varios días encerrado entre papeles, haciendo informes. En este tiempo hay poco que proyectar y poco que construir. Estamos cogiendo fuerzas para una nueva era. Hay gente que dice que hay que reinventarse. Quizás, en nuestra porfesión, sea bueno este parón para reflexionar sobre lo hecho y hacia dónde tenemos que ir.
En fin, pero lo que quería decir es que estoy un poco cansado después de muchas horas de leer y teclear. He aprovechado para pasear un rato. Aqui, a pocos metros del estudio, tenemos la avenida Tibidabo. Es una calle relativamente corta -no más de 500 metros- que tiene todo un conjunto de casas nobles de la burguesía Barcelonesa de finales del XIX y principios del XX. Andar y mirar es agradable ... parece que suena un piano de fondo ...


Este edificio es el primero que se ve: 'La Rotonda'. siempre hay turistas fotografiándolo. Es llamativo el decorado modernista.
A partir de él se suceden los otros edificios. Casi ninguno desentona.



Al final, elevando la vista, se ve, a pié de ladera del Tibidabo, un palecete de alguien noble.





Ya de bajada la última mirada es para el zorro que hay en la base de 'La Rotonda'.


El modernismo tenía estos detalles, porque había artesanos y un sentido del arte muy humano.

Pasear por Barcelona es así de agradable.

El piano ahora suena de verdad, en el estudio. Quiero leer cosas sobre la profesión que me inspiren nuevas entradas.

18.11.11

A RAS DE TIERRA!

Hoy haré como se suele proceder después de una comida pesada. Hace falta algo que vuelva al estómago a la calma. Por eso después de los 'grandes vuelos' del otro día hay que bajar 'a ras de tierra', no vaya a ser que se produzca un mareo o, peor, un contagio.
Ayer volví al Colegio de Arquitectos para hacer una gestión. Bajé a la Cooperativa para ver libros. Siempre lo hago, aunque no compre nada. Es la mejor tienda de libros de arquitectura de Barcelona. Al salir cogí una revista gratuita que publican en la Escuela de Arquitectura. Se llama Diagonal. Es joven por sus redactores y porque van por el número 29.
En la página 26 hay un artículo de un tal Xumeu Mestre que se titula Mirando hacia atrás con ira. Lo leí tranquilamente, 'sin ira'. A mitad de artículo dice: ... y ahora toca hablar de arquitectura: dos edificios de Coderch que no dan espectáculo.
Me ha alegrado. Transcribo el principio de ese apartado:
'La finalidad de la arquitectura no es provocar la admiración. Las obras verdaderamente admirables no han buscado la admiración como objetivo. Un ambiente en el que los edificios pugnan para emocionar a quienes los contemplan es como esos locales en los que todos gritan'
Fantástico!.
Yo hubiera dicho 'conmocionar' en lugar de 'emocionar'. Las emociones pueden ser suaves y buenas. Es más, la belleza conlleva emoción. Pero, en fin, salvo este matiz, que es una opinión personal, el artículo me ha parecido muy bueno.
Si ésto es lo que se comenta por la Escuela, si estas ideas calan en los nuevos arquitectos ... pues vamos bien. Muy bien!

Por cierto, los dos edificios de Coderch que se mencionan son el de la calle Encarnació y el de Via Augusta esquina Amigó. Ambos en Barcelona. Pongo imágenes del de Via Augusta.

El proyecto es de 1966-1970. Es una obra de Arquitectura, con mayúscula. No es un gran monumento, ni una obra singular -como un palacio de congresos, que no lo es- sino un buen edificio, que de eso se trataba.


Admirable de este edificio es su discreción y los detalles bien resueltos. Muy pocos materiales y encuentros muy limpios.




Se aprecia en las fachadas cierto cambio formal entre la de la calle Amigó y la de Via Augusta. Analizando el emplazamiento y las plantas se entiende bien.
Os invito a recorrer las plantas. Los espacios interiores son de gran riqueza, muy bien articulados, teniendo unos programas complejos.


... Caminar a ras de tierra -al nivel del suelo, sin grandes 'vuelos'- puede ser menos espectacular, pero es más fácil tener una visión muy humana de las cosas.
(Fotografías de Català Roca)

16.11.11

GRANDES 'VUELOS'!

Estos días he estado estudiando y haciendo unos informes sobre un plan urbanístico en Barcelona. Es una nueva zona en la que se proyectan 3.000 viviendas. El plan -que no es un proyecto de construcción- ya prevé unas volumetrías específicas muy concretas y rígidas. Los arquitectos a los que les toque hacer los proyectos de los edificios pensarán que el urbanista se les ha comido el terreno. Algo así como los días de marea alta, que te quedas sin playa y no puedes jugar con la arena.
Sorprenden en ese plan unos edificios puente -de 19 metros de altura de hueco, con 10 plantas más por encima y 41 metros de luz!- y otros edificios con cuerpos de 12 plantas de altura y vuelo de casi 10 metros!
Son edificios para viviendas normales y debajo no hay acantilados, ni rios, ni pasan túneles insalvables ... entonces .... qué pasa? ... por qué? ....

Recordé que había escrito sobre arquitectura de Autor. Aquellas entradas se iniciaron con un proyecto de Zaha Hadid que no se va a construir... afortunadamente. Ese edificio, como me comentó un amigo ajeno a la profesión, batía el record de voladizo en Barcelona ... como si de una prueba olímpica se tratase. Pretender algo olímpico en Barcelona es algo anacrónico ... del siglo pasado.

Proyecto edificio 'Espiral'. Barcelona. Zaha Hadid.

En otra de las entradas sobre arquitectura de autor puse una imagen del edificio de Gas Natural -de Enric Miralles- también de esta ciudad, en el que destaca un ala del edificio en voladizo. Está cerca del mar ... pero tiene tierra debajo!.


Edificio Gas Natural. Barcelona. Enric Miralles

Entonces, me vino a la cabeza una exposición que vi en el Colegio de Arquitectos, sobre los 60 años del estudio MBM -Martorell/Bohigas/Mackay-, en la que me llamó la atención el proyecto central de la muestra, que es el edificio para un museo en la plaza de las Glorias de Barcelona. También tiene un voladizo que no tiene nada que envidiar a los anteriores. El edificio, para mi gusto, es bastante feo. Más en la realidad que en esta infografía. Está casi terminado de construir. En fin, que Bohigas ya tiene 'sus voladizos' ... no iba a ser menos!!

Edificio Museo en la plaza de las Glorias de Barcelona. MBM Arquitectos.


Pensé que el autor de ese plan urbanístico, al que me he referido al principio, también querrá ser 'Autor' de algo grande. Claro! ... esta es la explicación.

La moda es universal. Mirad este edificio de viviendas. Que elegantes hubieran quedado unas finas columnas de acero! Y pienso que no hubiesen atentado a la estética y menos a la estática!.



Repito: ... qué pasa? ... o mejor dicho ... qué nos pasa a los arquitectos?.

Oí hablar mucho a Coderch sobre el riesgo de la vanidad. Es un vicio en el que fácilmente cayeron las culturas decadentes y los que se creyeron dueños del mundo. Todos estamos en la frontera de esa fatuidad.

Pero no es extraño. El boom inmobiliario español ha sido una época de locura, que también se ha manifestado en todo tipo de arquitecturas. Es una pérdida de la mesura, del sentido común, del racionalismo bien entendido.

Parece ir contra la razón utilizar medios desproporcionados; hacer lo que la naturaleza de las cosas no te pide.

No todo lo que se puede hacer se debe hacer. Existe una economía de medios que forma parte de esa lógica que, a mi entender, debe imperar en todo proyecto

Sentido común; más si es con dinero público, ya que no parece que las necesidades sociales estén cubiertas.

Aspiramos a la belleza, no al espectáculo ni a fuegos de artificio.

Bienvenida crisis que nos hará volver a una realidad austera y sobria. No hay mal que por bien no venga!

14.8.11

ARQUITECTURA DE AUTOR ... Y 5.

Con la arquitectura de 'autor'... quizá se busca una atracción de la ciudad mediante la imagen, el impacto de lo espectacular? ...

Esta pregunta ya está tratada al hablar del atractivo de la ciudad por lo que la ciudad ya tiene, por lo que es. En el caso de Barcelona el Eixample, el modernismo, el gótico, ...
Puede parecer que es ésta una postura anquilosada en el pasado, sin ilusión por el presente ni proyección de futuro. No es esto. Los edificios de 'autor', que son icono de una empresa o de un gobierno, son las catedrales de nuestros días. Dejamos para otro debate el tema ideológico o trascendente. Ni unos edificios ni otros hacen ciudad en el sentido más amplio de la palabra.
Interesa mucho el presente: la ciudad que hacemos y dejaremos para el futuro. Este es el problema: qué ciudad estamos haciendo? De la misma forma que no vivimos 'para los domingos', sino que todos los días tienen que ser gratamente vividos, el ámbito de nuestro existir cotidiano es el barrio, las zonas residenciales o de trabajo.
Los políticos se engañarían, y pienso que no lo hacen, si creyesen que colocando unos pocos edificios de autor en la trama urbana, están haciendo 'ciudad' ... una ciudad determinada sujeta a un modelo de pensamiento. Así, para mí, de la plaza de auropa de l'Hospitalet, no es lo más importante el hotel de Toyo Ito, si no el conjunto urbano proyectado por Albert Viaplana. El conjunto es lo que tiene auténtico impacto y lo que será el ámbito de vida de miles de personas. El edificio de Toyo Ito sólo será objeto de miradas momentáneas.

Plaza de Europa en l'Hospitalet (Barcelona)

Lo mismo pasa con el edificio Forum de Herzog & De Meuron ... lo importante es la zona de Diagonal Mar y los espacios urbanos que comenzó diseñando Ricardo Bofill: ver que impacto tienen, como es su vivencia diaria, el tipo de convivencia social que se genera, su imagen dentro del conjunto de la ciudad ...


PLANO DE DIAGONAL MAR (Barcelona)



IMÁGENES DE DIAGONAL MAR (Barcelona)

Es difícil valorar los espacios urbanos hasta que no tienen unos años de poso. Quizá ahora podemos comenzar a fijarnos en la zona de la Villa Olímpica o, yendo más hacia atrás, en las zonas de crecimiento de los años '70. Pienso que se ha ido ganando en sensibilidad urbana y también de conservación del patrimonio. Vamos hacia adelante.
Pero hay que volver al planteamiento de fondo. La ciudad es el reflejo natural de la sociedad que la genera y de su economía. Es un ir i venir. También el urbanismo impuesto termina condicionando, en alguna medida, la vida social que se desarrolla en su interior. Los arquitectos estamos inmersos y al servicio de esa sociedad, y no tenemos poder para salirnos de forma radical de los márgenes que marca. Si impera un capitalismo liberal agresivo y una economía especulativa, el urbanismo, en primer lugar, y los edificios que se insertan en el espacio urbano, a continuación, serán -y lo son- reflejo de la sociedad que las crea ... a partir de ahí valen todos los debates ideológicos que se deseen ...

Queda la última pregunta que planteaba al iniciar esta serie sobre arquitectura de 'autor':
... existen razones para un 'nacionalismo' arquitectónico? ... o se superó a principios del siglo anterior con el estilo internacional? ...

Precisamente hablando con el que fue Director General de Arquitectura de la Generalitat de Catalunya - que fue quien gestionó la Plaza de Europa de l'Hospitalet- me planteó esta cuestión: ¿para quá acudir a arquitectos de fuera, si aquí los tenemos de altísimo nivel? ... es esnobismo?
En primer lugar, como consecuencia de todo lo que he ido escribiendo, hay que reconocer que, si ocho edificios no hacen ciudad, el hecho de que varios de esos edificios tengan un arquitecto foráneo no tiene trascendencia. También la catedral de León contó con un maestro de obras francés ...
Pienso que el nacionalismo arquitectónico no tiene sentido como tal nacionalismo. Ni, en sentido  contrario, un llamado 'estilo internacional' me atrae o lo veo con fundamento para implantarse en cualquier lugar.
La arquitectura es fruto de la sociedad pero se implanta en 'el medio', en el sentido más amplio del término. Así, no tiene fundamento que tengan mucho en común una vivienda en Estocolmo con otra a orillas del Mediterráneo, o con una tercera en el centro de Zurich .. y una cuarta en Shangai!.
Se podría aducir ... ¿y si se trata de la sede corporativa de Microsoft en esas ciudades? Una cosa es el logo de la empresa y la imagen corporativa y otra unas oficinas orientadas a sur en cada una de esas cuatro ciudades. Pero tampoco hay que luchar contra el mundo entero, ... esta claro que el muro cortina de vidrio se ha impuesto para determinados edificios empresarieales ... también se han desarrollado nuevas tecnologías para control climático y ambiental, ... en cada caso habría que hacer un análisis de razones a favor y en contra.
En el caso de la vivienda, de los barrios residenciales, pienso que la arquitectura tiene que proyectarse con un profundo conocimiento del 'medio'. No es necesario ser de aquí, pero sí hay que conocer muy bien 'el idioma' de la arquitectura de aquí, de la misma forma que sin saber catalán no se puede decir que se esté plenamente insertado en esta ciudad. La vivienda tiene que ser vivida por personas de aquí, en este clima y con el tipo de vida que aquí se tiene. Nadie duda que también es importante conocer la idiosincrasia de estas gentes, su historia, la geografía ... hasta sus más profundos estratos! ... así lo pensaba ya Vitruvio.

Se acabó, por ahora, el tema de la arquitectura de 'autor'.

11.8.11

ARQUITECTURA DE AUTOR 4

Es buen momento para continuar escribiendo algo sobre este debate que existe en la sociedad.
El fin de semana pasado, en el diario 'EL MUNDO', se publicó una nueva entrevista a David Chipperfield. Ya se ve que está en los medios de forma frecuente.
Varias preguntas de las que le hacían van dirigidas directamente a las dos cuestiones que planteaba al principio de este debate.

En la primera entrada sobre 'arquitectura de autor' me preguntaba ...

... la desproporción económica de ciertas obras: de quién es responsabilidad?, o dicho de otra forma: cuál es la responsabilidad del arquitecto? ...



En esa entrevista a Chipperfield le preguntan de forma que ya se apunta parte de la respuesta a esta cuestión:

P.: ¿Qué opina de los edificios icono que ahora proliferan en muchas ciudades por encargo de unos alcaldes que quieren imprimir su sello?

R.: Los hay buenos y los hay malos. Hay momentos en los que es necesario que un edificio tenga un cierto perfil, una cierta personalidad y una cierta publicidad. Pero a veces me parece un deseo innecesario de llamar la atención a expensas de la esencia, de la sustancia y de la experiencia y en mi opinión estas tres cosas nunca han de sacrificarse y menos por el aspecto físico.

Parece claro el arquitecto hace lo que le piden en cuanto a programa y dimensión. Así, si en la plaza de las Glorias hay que hacer un edificio singular de más de 150 metros de altura no es decisión de Jean Nouvel si no de la sociedad AGBAR que se lo encarga; y en parte del ayuntamiento que planifica e incita para que se hagan estas obras. Una vez que se plantea este tipo de obras hay arquitectos, por suerte, capaces de resolver el reto con acierto.

Pero sigue pendiente la cuestión de si es razonable este tipo de obras, sobre todo cuando se hacen con dinero público, como el edificio Forum, de Herzog & de Meuron, o el  de Zaha Hadid, que se aplaza y fue motivo de este debate. 
En primer lugar hay que decir que tienen una rentabilidad cultural y social que se ha demostrado baja. Desde mi punto de vista es una de las políticas menos socialistas que se pueden hacer.
Se podría aducir que tienen un efecto de atracción que termina potenciando la ciudad -como está siendo el Guggenheim de Bilbao-, de forma que la rentabilidad se transmite a muchos sectores de producción y consumo, y termina incrementando la recaudación de impuestos, recuperándose la inversión: si, pero sólo en parte. 
Las rentabilidades a largo plazo son difícilmente cuantificables, y las necesidades a corto son, ahora, ineludibles. Además, parece claro que se ha visto que tampoco nos podíamos permitir ciertos lujos.

De otra parte, Barcelona tiene un atractivo grande en lo existente. Habría que invertir más en conservación y mantenimiento de la ciudad, de lo que se vive a diario y, si se quiere, de lo que vienen a ver los turistas, que es el modernismo y el gótico, por este orden.
Está claro que los ocho edificios de autor que mostraba el otro día no son ahora foco de atracción, además de que no están en las zonas más céntricas o más visitadas.

Hacer ciudad, eso es lo importante y lo realmente costoso. Requiere un esfuerzo colectivo, una cultura y economía fuertes. También unos valores: el afán especulativo exagerado -como el que se ha producido de forma aguda desde el año 2000- lleva generar barrios sin alma, como metástasis urbanas, ... en el fondo es el efecto visible de la codicia.

La siguiente cuestión ...

... si existe afán de llamar la atención, o incluso de lucimiento, de quién es ese interés? ... realmente es del arquitecto? ...

Al comentar la cuestión anterior ya se ha dicho, de alguna manera, que los arquitectos que hacen este tipo de obras buscan cumplir una serie de programas y expectativas que se les plantean. Parece claro que más bien existe, en casi todos los casos, un afán de notoriedad del promotor, sea público o privado, que promueven un símbolo de poder o de propaganda. Esto no parece que tenga mucho más que comentar.

Pero queda el tema del afán de lucimiento o de llamar la atención de los arquitectos, porque nadie se cree que eso no se de en algunos casos. A David Chipperfield le hacen dos preguntas relacionadas con esta cuestión:

P.: ¿Es bueno que la obra de un arquitecto sea fácilmente reconocible?

R.: No lo sé pero, en cualquier caso, mi obra no es identificable. No me interesa que se note la firma, mi firma. Lo que de verdad busco es encontrar la solución de cada proyecto. Yo no soy un formalista, intento siempre reducir la expresión de la forma a su punto más silencioso y la geometría de un cubo es lo que más se aproxima a ese silencio, mientras que las curvas suelen ser más estruendosas. En ocasiones conviene hablar en voz alta y firme y otras veces hay que susurrar.
...
P.: ¿Banalizan la arquitectura?

R.: Pueden llegar a hacerlo, sin duda. No me opongo a la experimentación en la forma arquitectónica, pero creo que la novedad no es algo que case necesariamente bien con la arquitectura de forma sistemática.

Me parece que los arquitectos de ese nivel ya no pretenden la notoriedad, la originalidad como búsqueda banal. Es un defecto más propio de principiantes o de arquitectos de clase media y edad también media que, en ocasiones, tienen un arrebato y desean poner su sello ... en fin, que nos puede pasar a todos, ... pero pienso que no a Toyo Ito.
Así, opino que la arquitectura de autor no debe ser el espejo de la vanidad del arquitecto, que existe como en todas las profesiones, y se puede ver en obras que, normalmente, nos salen mediocres cuando pretendemos un vuelo impropio.

Volvemos a la ciudad, ... al reconocimiento de los autores anónimos del Eixample, que han puesto su saber al servicio de una ciudad que ha terminado siendo atractiva. Gracias a ellos, de los que pocos saben sus nombres, Barcelona vale la pena, porque hicieron edificios sencillamente buenos y con un denominador común grande. No les importó, y ese fue su gran acierto, seguir unos cánones y un estilo que venían de una cierta tradición. Hubo quien dijo que originalidad también tenía el significado de volver a los orígenes. habrá que pensar en esto... que no está reñido con conceptos como futuro, vanguardias, innovación, ... .

26.7.11

ARQUITECTURA DE 'AUTOR' 3

Llevamos dos entradas sobre el tema de la arquitectura de 'autor' y no había caído en la cuenta que puede ser que, los que no estéis en Barcelona o haga tiempo que no venís por aquí, no hayáis visto estos edificios, . Así que, antes de continuar con los comentarios sobre las cuestiones que me planteaba, voy a hacer una relación de algunos edificios significativos que obedecen a esta denominación. Todos son de estos últimos diez años. Dejamos atrás la época olímpica, que tuvo algo de arquitectura de 'autor' debido al impacto internacional del acontecimiento. Paso directamente a poner una imagen de cada edificio:

1. TORRE AGBAR DE JEAN NOUVEL



2. HOTEL HESPERIA TOWER DE RICHARD ROGERS



3. EDIFICIO FORUM DE HERZOG & DE MEURON



4. HOTEL FERIA DE TOYO ITO


5. CIUDAD DE LA JUSTICIA DE DAVID CHIPERFIELD



6. TORRE GAS NATURAL DE ENRIC MIRALLES - BENEDETTA TAGLIABUE



7. EDIFICIO MEDIAPRO DE CARLOS FERRATER Y PATRICK GENARD




8. HOTEL VELA DE RICARDO BOFILL



Estos ocho ejemplos ilustran bien lo que se ha llamado aquí arquitectura de 'autor'. Algunos son directamente de promoción pública, como la Ciudad de la Justicia o el Edificio Forum; otros son de empresas privadas o semipúblicas, pero todos han contado con un cierto impulso o compromiso institucional. Pienso que ninguno de ellos obedece, exclusivamente, a una finalidad privada, sino que detrás hay una voluntad política.
Un detalle a tener en cuenta es que los cinco primeros son de arquitectos foráneos y los tres últimos de arquitectos catalanes.
Ahora se entenderá mucho mejor la razón de ser de las cuestiones sobre las que quería debatir, y que lo haremos en próximos días. No se trata de analizar o valorar estas obras arquitectónicamente, que es algo que en parte me supera, si no de una serie de cuestiones mucho más básicas:

... la desproporción económica de ciertas obras: de quién es responsabilidad?, o dicho de otra forma: cuál es la responsabilidad del arquitecto? ...

... si existe afán de llamar la atención, o incluso de lucimiento, de quén es ese interés ... realmente es del arquitecto? ...

... quizá pueda buscarse una atracción de la ciudad mediante la imagen, el impacto de lo espectacular? ...

... existen razones para un 'nacionalismo' arquitectónico? ... o se superó a principios del siglo anterior con el estilo internacional? ...






23.7.11

ARQUITECTURA DE 'AUTOR' 2


‘La arquitectura de autor’ ... no quisiera mezclar esta cuestión con otras preguntas que me hacía ayer entorno a la polémica sobre el edificio de Zaha Hadid. El tema me parece lo suficientemente interesante como para dedicar una entrada, con un comentario, a cada cuestión.
En el debate que se ha abierto se entiende por 'arquitectura de autor' la que corresponde a edificios emblemáticos, normalmente de gran dimensión y coste, proyectados por algún arquitecto de fama internacional.
La noticia ha sido que la actual crisis obliga a renunciar, al menos de momento, a esta arquitectura ... y parece que nos quedamos huérfanos. Habrá quien, leyendo los periódicos, piense que se acabó la buena arquitectura en Barcelona, porque ya no habrá más edificios de ‘autor’.
Dejar el tema así, sin comentar, sería faltar a la justicia que se debe al resto de los arquitectos. De hecho, implícitamente, hay en esta denominación un cierto desprecio o, como mínimo, un dejar de lado el resto de la arquitectura, como si lo demás no fuera verdadera arquitectura de ‘autor’. Esto es tremendamente injusto, y se demuestra en muchos casos.
En primer lugar quisiera dejar sentado que, como cualquier persona y más siendo arquitecto, admiro la obra de esos arquitectos de primera línea. Una admiración generosa y alegre de que existan arquitectos tan capaces y con una visión tan elevada de la obra arquitectónica. Para ellos no tengo más que pensamientos de gratitud. Cualquiera que ame el arte se alegra de que existan los grandes artistas, porque amar equivale, en todos los planos de la existencia, a alegrarse porque lo otro o el otro exista.
Para mí el problema está en el enfoque que los medios de comunicación dan a tantos temas de la vida social y artística en general, y a la arquitectura en particular. Habitualmente sólo valoran lo que es espectáculo, sensacional, ... nunca sería objeto de su interés la obra de Fernández del Amo -por citar una referencia reciente de este blog- o de tantos arquitectos o arquitecturas prodigiosas y que necesitan también de cierta atención .... para que la gente valore 'todo' lo bueno que nos rodea, que es mucho.
Me parece que hace falta una gran campaña de divulgación de las buenas artes, en todas sus manifestaciones, para que no se aprecie sólo lo extraordinario, en el sentido estricto de la palabra. De lo contrario los sentidos, estragados por lo deslumbrante, no podrán gozar de lo que es ordinario, de lo que se tiene al alcance de la vista cada día. Se entiende que algunas cosas son noticia y tienen que salir en páginas centrales, pero se echan en falta muchas páginas en suplementos y otras secciones, para hacer entender y valorar lo que siendo muy bueno nos pasa inadvertido. Así se cae en la vulgaridad ... qué triste!. Quien sólo escucha y admira la parte coral de la novena sinfonía de Beethoven se queda con una pequeña parte de una obra maestra.

Volviendo al tema central -el tema de la ‘arquitectura de autor’- tenemos en Barcelona un ejemplo que explica bien lo que quisiera comunicar. Se trata de la parte más importante de la ciudad que es el Ensanche (l’Eixample). Esta ciudad sin el Ensanche perdería gran parte de su atractivo, se reduciría al Barrio Gótico –que otras muchas ciudades tienen- y a unos pocos edificios emblemáticos. Pero lo que da grandeza y carácter a esta ciudad es el trazado de calles del Ensanche y todos los edificios que lo conforman. Edificios ‘anónimos’ para casi todos los ciudadanos y para casi todos los arquitectos. Son ‘anónimos’ pero son de ‘autor’. Obedecen a unas tipologías interesantes, tienen una composición armónica y proporcionada, y están llenos de detalles admirables. Fue una época de oro de ‘los oficios’. Piedra, hierro, ladrillo, revocos, madera, vidrio ... todo diseñado y trabajado de forma primorosa.


En el ensanche también existen ese tipo de obras de autor que mencionan los periódicos: la Pedrera de Gaudí, la casa ‘de les Punxes’ de Puig y Cadafalch, el Hospital de Sant Pau de Doménech i Muntaner, ... y otras, pero ... qué sería de esos edificios sin todos los otros? ... una vez más se demuestra qué importante es la media, el conjunto. Y para los que estamos ahora en el campo de trabajo de la arquitectura, qué importante es cuidar cada edificio con la voluntad de que sea anónimo pero que sume una nota acorde en el conjunto de la ciudad, que es la sinfonía completa.

No hay que lamentarse porque no haya, de momento, más edificios de ‘autor’. También en los diez últimos años se han hecho edificios muy buenos en el Ensanche de Barcelona. Tiempo habrá de mostrarlos.

3.7.11

OTRA ENTREVISTA A DAVID CHIPPERFIELD


Fruto del premio Mies van der Rohe, David Chipperfield está saliendo en los medios de comunicación. Aprovecha estas ocasiones y las preguntas que le hacen para hacer una exposición clara de ideas y principios muy interesantes, con los que no resulta difícil identificarse. Vale la pena leer esta entrevista completa. He remarcado en rojo aquellos textos que me parecen esenciales.

 

La Vanguardia Magazine del domingo. 03/07/2011

David Chipperfield

Texto de Begoña Corzo
Fotos de Ángeles Rodenas

Recién conseguido el premio Mies van der Rohe de arquitectura europea por su rehabilitación del Neues Museum de Berlín, el arquitecto británico reflexiona sobre su trabajo y marca distancias con los edificios “extraños o extravagantes”. Prefiere, dice, la discreción y reivindica una arquitectura “con sentido”

David Chipperfield (Londres, 1953) trabaja en la planta 12 de un edificio de oficinas de los años 70 que necesita una urgente puesta al día, pegado a la estación de Waterloo y muy cerca del London Eye. Sorprende que el reciente ganador del Mies van der Rohe de arquitectura, con despachos en Londres, Berlín, Milán y Shanghai y casi 200 personas a su cargo, ocupe dos plantas en este inmueble. El arquitecto explica que está preparando un nuevo proyecto para el edificio y se han trasladado “a pie de obra”. De todos modos, no es sir David Chipperfield un arquitecto preocupado por los oropeles. Lo suyo no es la arquitectura llamativa o high tech que practican otros británicos como Richard Rogers o Norman Foster, con los que trabajó en sus inicios; él prefiere la discreción y la modestia. Y su estilo sobrio le ha aupado entre los grandes de la arquitectura. Algunas de sus obras en España, país al que le une una relación muy intensa, son la Ciudad de la Justicia de Barcelona, el edificio Veles e Vents de Valencia o la remodelación del paseo del Óvalo en Teruel.

Usted construyó su casa de verano en Corrubedo (A Coruña). ¿Qué le atrajo de Galicia?
Llegamos hace 20 años de la mano del arquitecto Manolo Gallego. Teníamos niños muy pequeños y nos animó a pasar el verano en Galicia. Es un territorio que ha cambiado poco en lo esencial, pese a que han construido muchísimos nuevos apartamentos a raíz del boom inmobiliario, que todavía están vacíos. Galicia tiene una naturaleza impresionante y, salvo lugares como Santiago de Compostela o las Rías Baixas, no tiene un turismo masivo y es todavía un lugar muy tranquilo.

Eso no la ha salvado de la locura constructiva de los últimos años.
Es una gran pena. Es un gran problema, y no sólo español, aunque tal vez en España es más ofensivo porque no hay voluntad de proteger el paisaje o las construcciones históricas. Si vas a Galicia, salvo en el centro de Santiago, que se identifica claramente como un lugar histórico protegido, donde los elementos nuevos no molestan, fuera falta más protección de los edificios antiguos. Eso sorprende cuando vienes de fuera. Tal vez es parte del carácter de los gallegos, no ser muy sentimentales, sino pragmáticos.

Algo tendrán que ver los arquitectos con el desaguisado...
Creo que todos nosotros, sin medidas que fomenten la protección, podemos cometer errores, por eso hay que ser muy cuidadosos. En España faltan medidas para proteger la naturaleza y los edificios, ya no digo los indiscutibles, sino los que tienen una calidad mediana. En Galicia hay edificios realmente bellos y al año siguiente ya no están. No es arquitectura de alto nivel, pero si los derribas uno a uno, te quedas sin tu pasado. Por eso creo que ese boom constructivo era, además de un error económico, un error patrimonial.

¿Qué sucede en su país?
En Inglaterra, y no quiero decir que aquí todo sea perfecto, hay una actitud más conservadora, a veces demasiado, para mantener el territorio. Es complicado construir en zonas rurales porque es muy difícil recalificar los terrenos. Además, en Inglaterra es un orgullo vivir en un edificio protegido, porque se convierte en una casa importante. El único control real en España es la ley de Costas, un control extremo, porque también derriba edificios con valor histórico, como viejas factorías, que son arqueología industrial. No hay punto medio: o no hay protección, o es total. Nadie en la administración reflexiona con sentido común si un edificio debe ser protegido o no. Y esto no es desarrollo, el desarrollo bien llevado es bueno para la economía; si no, es especulación.

¿Ha perdido la arquitectura el significado y la memoria hasta convertirse sólo en un alarde de formas impactantes?
No toda. Los medios han promovido la arquitectura más vistosa, y los políticos y las instituciones a menudo han alentado esa promoción para que sus ciudades sean más visibles. Bilbao es un ejemplo maravilloso de este tipo de arquitectura, y su alcalde debe de estar muy contento por la potencialidad de la arquitectura de convertirse en una marca de promoción. Bilbao es un museo, un edificio, pero también es una ciudad nueva. Es una ciudad industrial, tal vez no es la más bella, pero tiene un muy buen programa de ciudad. No sólo es el museo, es el metro, los parques, las casas, los puentes. El museo es sólo una parte de una iniciativa muy inteligente.

Por eso otras ciudades han querido imitar este milagro.
Han tratado de hacer lo mismo en Santiago de Compostela [con la Ciudad de la Cultura, de Peter Eisenman]. Fraga dijo: queremos ser como Bilbao, pero no necesitan ser Bilbao, lo que necesitan es un buen plan. No es ninguna tontería decir: sí, Santiago es una ciudad con mucha historia, pero no queremos ser sólo un lugar histórico, queremos ser modernos. Muy bien, estoy de acuerdo, entonces, ¿por qué no tener una buena biblioteca, una buena sala de conciertos...? Pero no necesitas iconos para tu tarjeta de visita.

¿Cuán relevante es la forma de un edificio en la vida cotidiana?

Es una cuestión interesante: ¿necesitamos catedrales modernas? Las catedrales son espectáculo. A lo mejor no necesitamos una catedral, o necesitamos una catedral y cinco iglesias. Pero seguro que no necesitamos una ciudad llena de ellas. Te encuentras incluso con gente que quiere que le construyan su propia casa icónica. ¡Es el colmo! Se trata de tener un lugar para desarrollar la vida doméstica, una vida feliz, no de convertirse en el dueño famoso de la casa de un famoso arquitecto.

Ya tengo un Picasso, quiero un Foster...
Sí, pero hay arquitectos famosos como Álvaro Siza, que construye viviendas ­privadas, que hacen una arquitectura fantástica, muy personal, que se relaciona con normalidad con su entorno. La expresión de la novedad por sí misma es un peligro.

Usted empezó a trabajar como arquitecto a finales de los 70. En plena crisis económica y en los años más duros del thatcherismo. ¿Ve algún paralelismo con el momento actual?
Creo que fue peor entonces, al menos en Inglaterra. En España me parece que es peor ahora, está siendo muy duro. Yo tengo bastantes encargos, así que no puedo juzgar. Sí creo que en estos 25 años el rol del arquitecto se ha hecho más importante. En los 70 en mi país había un montón de arquitectos trabajando en los pubs y los restaurantes. Corría un chiste: “¿Qué le pedirías a un arquitecto? Otra cerveza, por favor”. Creo que eso está pasando ahora en España.

Usted ha construido vivienda social en Villaverde (Madrid). ¿Qué diferencia este tipo de vivienda del resto? Si es que ha de haber diferencias…
Fue la primera vez que me invitaban a participar en un proyecto de vivienda social y resultó muy interesante. Pero, desafortunadamente, no nos invitan muy a menudo a realizar estos proyectos, porque creen que no aportamos “más valor”; con ello quiero decir que si un arquitecto famoso construye una vivienda de lujo, pueden venderla por muchísimo más dinero. Si un arquitecto célebre construye una vivienda de protección oficial, esta no aumenta de precio. En España hay buenísimos arquitectos que construyen viviendas sociales, pero esto no supone más dinero para el promotor. Por eso hay una perezosa tendencia de los promotores a decir: para qué vamos a recurrir a buenos arquitectos, si van a tratar de hacer propuestas más complicadas que nos van a provocar dolores de cabeza. En los proyectos de lujo también les creamos dolores de cabeza, pero si ganan un 30% más, les compensa. Por eso existen los arquitectos estrella, para generar más plusvalías. Yo prefiero imaginarme en un clima socialmente más responsable que ser una estrella de la arquitectura.

¿Y cómo consigue estar entre los grandes y huir del estrellato?
 Mis hijos, mi familia, me obligan a ser una persona normal.

¿Cuál es su tradición, esa a la que recurre cuando aborda un nuevo proyecto?
Depende del proyecto. En México [Museo Jumex], por ejemplo, era muy importante tener en cuenta la cultura del país, que te da las claves para elegir las tipologías y los materiales. En Alaska [Museo de Anchorage] hay muy poca cultura arquitectónica de donde extraer ideas. En los muelles de Valencia [edificio Veles e Vents] no había nada y tenía que crear una atmósfera, un icono con una silueta atrayente... Pensé que para ver el mar y los veleros no hacían falta interiores, así que diseñé un edificio balcón, en el que la gente se sintiera como en un barco. La ciudad quería este edificio como un símbolo público, pero estaba dedicado a los VIP, así que tiene dos niveles públicos, para que la gente pueda estar en el edificio, aunque realmente no haya podido entrar en él, en las terrazas.

¿Y la Ciudad de la Justicia de Barcelona?
Es un proyecto realmente grande para un solo organismo. Eran 200.000 metros cuadrados, una tarea difícil. Por eso ideé un gran edificio dividido en cubos girados unos respecto a los otros, para dar una sensación menos monolítica, menos institucional, de permeabilidad, sin comprometer su austeridad. Hay sólo un gran modelo de ventana, 10.000 ventanas iguales. Y el giro de los edificios es una manera de pedir disculpas por su altura, por sus dimensiones. Estoy muy interesado en la escala y la repetición.

Los vecinos se oponían a su proyecto.
Al principio, hubo muchas críticas. Decían que era demasiado grande. Era una discusión política, unos de un lado y otros del otro. Ahora que está acabado, estoy bastante satisfecho con la idea básica, pero no completamente convencido de cómo se materializaron ciertos aspectos. Tuvimos que modificar el proyecto por razones políticas. Cambió el gobierno y uno de los edificios desapareció. Las condiciones fueron realmente duras, pero yo sigo creyendo en la calidad urbanística de los edificios girados.

¿Tiene ideología la arquitectura?
Todo tiene ideología. Pero no creo en las posturas radicales en arquitectura. Cada arquitecto participa con sus construcciones en la sociedad, y no puedes construir sin participar en ella. El problema es cómo mantener una posición de autonomía e independencia y al mismo respetar la posición del que te encarga un proyecto. Un pintor puede despreciar a un comprador de sus pinturas, mandarle al cuerno y considerar que quien no le compra es un bobo. Y si es buen artista, le seguirán comprando cuadros. Pero si eres arquitecto, te tienen que gustar tus clientes, tienes que creer en ellos y apoyarles porque tienes una responsabilidad para con ellos. Nuestras ambiciones deben quedar al margen. Lo importante es el proyecto.

Pero un edificio no sólo es de quien lo paga, también influye en su entorno.
Claro, debe considerarse quién es el verdadero cliente y esto a veces no está claro: ¿quién es el cliente de la Ciudad de la Justicia? Tal vez es la persona que pasa en taxi cada día frente a los edificios, o un preso, o su madre, o los abogados. El que te encarga las oficinas a lo mejor no va a estar en ellas, pero los trabajadores van a ir cada día y los vecinos las tienen al lado. Los clientes reales de los pisos de Madrid son los vecinos que viven en ellos; por eso, aunque las habitaciones tenían que ser pequeñas, yo insistí en que tuvieran ventanas del suelo al techo, y cada habitación, un balcón. El cliente que paga no quiere los balcones, pero los que van a vivir en ellos sí, y el vecino de enfrente quiere ver una forma bonita, pero estos no están en las reuniones... Por eso debes dialogar con el cliente y hacerle ver tu punto de vista profesional.
 

¿Y le entienden?
Si eres afortunado, tendrás clientes que te entenderán. Otros no lo entienden nunca, así que debes hablar contigo mismo. Pero lo esencial es que tus ideas sean asumibles, porque hay ideas que no benefician a nadie salvo a ti mismo. Los arquitectos se enredan en su lucha con su arquitectura y su diseño, en lugar de reflexionar sobre lo que la arquitectura debería ser.
Acceso al Neues Museum de Berlín, obra de David Chipperfiel

¿La buena arquitectura es cuando uno no siente la necesidad de preguntarse por qué un edificio es como es?
Sí, a veces sobran las explicaciones. La arquitectura no es como la televisión, algo que debas mirar fijamente. Es más una cuestión de impresión general. ¿Fuiste al museo el fin de semana? Sí, ¿Te gustó? Sí, es muy bonito. Vas a un museo, te gusta, pero no hablas de las columnas. Me gusta que a la gente le gusten mis edificios porque se sientan impresionados, pero no porque sean extraños o extravagantes, sino porque has hecho algo con sentido. No creo que haya que explicar mucho, no construyes para otros ­arquitectos.

Ha definido el Neues Museum de Berlín como una bella ruina. ¿Sintió vértigo al trabajar con tanto pasado?
Sí, claro. Trabajamos con la historia alemana. No es sólo un edificio, su significado trasciende a su manufactura, y el modo en que decidimos trabajar en él debía tener en cuenta que estábamos en el centro histórico y emocional de Alemania. Durante el proceso no perdíamos de vista que pisábamos terreno peligroso y que no debíamos ponernos por encima del edificio. Cuando acabamos, la reacción de aprobación trascendió la arquitectura, fue incluso una reacción abrumadora.

¿Era la única manera de abordar el proyecto?
Dijimos a los promotores que no había otra manera de hacerlo, aunque claro que las hay, hay cientos de maneras. Pero nosotros decidimos llevar el proyecto a una dimensión emocional. Había un riesgo, pero, en mi opinión, la responsabilidad de un arquitecto es encontrar el proyecto correcto para el lugar concreto.

Usted es arquitecto, pero también diseña productos como sillas o vajillas. ¿Se siente cómodo en el pequeño formato?
Sólo diseño productos cuando tengo una idea. No soy un diseñador profesional, soy un diseñador de fin de semana, ¡ja ja ja! Si me siento feliz, lo hago, y si no, no.

¿Qué le sugiere la palabra sostenibilidad?
En Londres tenemos grandes áreas construidas en los siglos XVIII y XIX. Estas casas han sido usadas y reusadas. Yo las adoro: son bellas, tienen una distribución inteligente, las fachadas son bellas y eso las hace sostenibles. El buen diseño es sostenible. No creo que la sostenibilidad tenga que ver con las placas solares y esas cosas. Creo que los edificios tienen que ser responsables en temas energéticos, pero el problema es que hay demasiada tecnología instalada en los lugares donde vivimos. Es tecnología que hace lo que deberían hacer los edificios. Hay que volver a mirar atrás, a los edificios pasivos.

El Mies van der Rohe ha elegido dos proyectos basados en la rehabilitación, el suyo y una casa en Girona de dos jóvenes arquitectos, Ramon Bosch y Bet Capdeferro. ¿Son tiempos de reconstruir más que de construir?
Sí, tal vez, pero a lo mejor si hubiera levantado un edificio nuevo también hubiera recibido el premio, quién sabe… Ganar premios es importante si corres los 100 metros, pero la arquitectura no es una competición. Aun así, tengo que reconocer que me siento muy feliz. Lo fundamental de este premio es que el jurado está formado por gente muy profesional, que estudia y discute muy bien cada proyecto. Hay muchos premios que son más accidentales, con jurados formados por arquitectos, estrellas de la televisión... y las deliberaciones no son precisamente intelectuales.

Usted ha dicho que está más interesado en las cosas normales que en las extraordinarias. ¿Sigue pensando así?
En la sociedad, ya no sabemos qué es normal. Vivimos en un mundo extraño en el que la definición de normalidad es complicada. Ya no somos personas del siglo XVIII viviendo en granjas. Por eso, decidir qué es normal en nuestro mundo ya no es tan fácil. Estoy interesado en las cosas que tenemos en común, que nos unen, más que en las que nos separan. Creo que somos animales de tendencia conservadora por naturaleza y, cuanto más extraño se vuelve nuestro mundo, la idea de continuidad es más importante. Se trata de encontrar formas físicas de manejarnos en este mundo loco.

¿Y qué papel tiene la arquitectura?
Puede ayudarnos como una mediación entre nuestra posición individual y nuestra relación con la colectividad. Es una forma de protegernos, de ayudarnos, de posicionarnos en relación con toda esta dinámica, y es algo importante porque si no viviríamos en un mundo de nuevas experiencias donde nunca sabríamos dónde estamos. Cada día hay más opciones y más confusas, y por eso nosotros gravitamos más y más hacia la simplicidad, se trate de espacios, comida, sentarse en un parque, leer un libro… Creo que pese a todos los cambios que estamos viviendo, el ser humano no cambia tanto, no somos tan distintos ahora de hace 50 años, nadie ha cambiado las cosas esenciales, el comportamiento humano y su continuidad, y por tanto, no creo que sea del todo correcto pensar en la arquitectura como algo que tenga que estar en un plano distinto en el que se actúe de forma distinta.

Arquitectura de cicatrices
El premio Mies van der Rohe lo otorgan, cada dos años, la Comisión Europea y la fundación que le da nombre, del Ayuntamiento de Barcelona, y es el premio de arquitectura contemporánea más reconocido de la UE. La última edición se celebró en Barcelona el pasado 20 de junio. El jurado ha considerado la reconstrucción del Neus Museum de Berlín “un hito extraordinario que ha logrado aunar el pasado con el presente en una sorprendente mezcla de arquitectura contemporánea, restauración y arte”. Este museo, hogar del célebre busto de Nefertiti, tiene una gran carga simbólica para Alemania. Fue construido en 1841, arruinado por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y convertido en almacén. Chipperfield, en colaboración con Julian Harrap, respetó las cicatrices del pasado –impactos de metralla incluidos– y los materiales que habían sobrevivido y los combinó con soluciones contemporáneas.